En la década de los años ochenta, el mundo se vio envuelto en la necesidad de tomar una decisión entre dos grandes y muy diferentes visiones de la educación para el mundo del futuro, la primera, que tiene que ver con la visión que planteaba la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y la otra, la planteada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
La UNESCO, agrupa a 193 países miembros y 11 miembros asociados sin distinción alguna, mientras que la OCDE cuenta con 34 países miembros, en donde la característica fundamental, es que son los países con mayor desarrollo en el mundo. En el caso de nuestro país, fue el 18 de mayo de 1994, en que se tomó la decisión de integrarse a las políticas establecidas por la segunda cuando se publicó en el Diario Oficial de la Federación, bajo la presidencia del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, el Decreto de promulgación de la Declaración del Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos sobre la aceptación de sus obligaciones como miembro activo de la OCDE.
En este sentido y a lo largo de las últimas tres décadas, en México se ha decantado por una visión económica más que social de la educación, lo que, a su vez, se ha traducido en una sociedad cuyos efectos vivimos en el día a día.
En dicho trayecto, se ha construido un escenario de vigilancia y desconfianza hacia la figura docente que se puede apreciar de manera muy clara en al menos dos aspectos: El factor enciclopédico, detallado y puntual de planes y programas, desde donde se espera que el docente haga única y exclusivamente lo que está planteado el sistema, además del factor de la evaluación, en donde se generaron múltiples esquemas de vigilancia, como lo fueron los “exámenes oficiales” desde las diferentes mesas u oficinas técnicas que, bajo el factor del cuidado “escrupuloso” de lo que la autoridad les indicaba deberían de tener las niñas y los niños a determinada edad o grado, lo que de paso dio origen a lo que en algunas entidades de la República se convirtió en un negocio disfrazado de servicio.
Lo cierto es que hay múltiples países en el mundo que tienen lo que se le ha llamado currículum mínimo, que solo contienen los objetivos de aprendizaje esenciales y el resto de los conocimientos bajo los cuales se va a desarrollar el aprendizaje, son una decisión exclusiva del docente, quien para ello estudió dicha carrera.
En cuanto a la evaluación educativa, de igual manera, la realidad es que solo el docente tiene conocimiento directo de lo que un estudiante ha llegado a conocer, así como su contexto, a fin de que pueda tener los elementos para definir qué es lo que le hace falta, más allá de los exámenes estandarizados o únicos para cientos o miles de estudiantes que suponen un aprendizaje unificado y descontextualizado.
Hoy queda más que demostrado que aquella visión educativa de un organismo económico como lo es la OCDE no ha dado resultados fiables para la construcción de una sociedad para la buena convivencia, es momento de una evaluación más cualitativa, con mayor confianza en el docente que brinde mejores resultados para el futuro de esta sociedad.
Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann
Doctor en Gerencia Pública y Política Social
Estimado Dr. Navarro, coincido con los puntos que describe en su artículo respecto a la OCDE, la UNESCO y una evaluación más cualitativa de los aprendizajes. Sin embargo, ¿cómo competir en evaluaciones con países como EUA, Canadá, y otros de la unión europea?, cuando de acuerdo a resultados de la encuesta internacional de 2018 (PISA, OCDE) los porcentajes de acceso a las TIC en estudiantes de educación básica, así como de uso de softwares educativos, son de más del 80% para países desarrollados, mientras que México está entre un 20 y 30%. Si bien, la UNESCO considera a las TIC como una alternativa para transformar la educación, en México la brecha digital es tan extensa, que excluye a una gran cantidad de alumnos de todos los niveles, de nuevas y mejores oportunidades. Así mismo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), establece grandes diferencias entre localidades urbanas y rurales, en cuanto al acceso y velocidad de uso de internet, por lo cual recomienda un acceso fluido a computadora y uso a internet en la escuela y en el hogar, sobre todo de estudiantes en lugares más apartados.
En el ámbito local, el Programa Sectorial de Educación (PROSEDU) desde 2007 y el Plan Nacional de Evaluación de los Aprendizajes (PLANEA) establecido desde el 2015, deben brindar información confiable, respecto a lo que se está haciendo o no en materia de infraestructura física y digital, así como al logro de los aprendizajes en educación básica, y en relación a eso, tomar acciones que conduzcan al logro de objetivos educativos de calidad.
Por otro lado, ¿qué cantidad de docentes en México, cuenta con al menos un nivel de posgrado?. En relación a esto, la investigación-acción, juega un papel determinante en la formación de un profesorado más comprometido, reflexivo, competente e innovador, que «transforme» la realidad escolar de sus estudiantes, con elementos cualitativos y un sentido formativo, que den cuenta del proceso de aprendizaje, de aquello que es necesario adecuar, modificar o innovar, para un aprendizaje significativo, útil y contextualizado.
En este sentido, se estará en mejores condiciones de una formación de estudiantes más críticos, autónomos, creativos y reflexivos, que puedan tomar decisiones sustentadas en argumentos sólidos, para satisfacer sus necesidades más apremiantes y tener acceso a la sociedad del conocimiento.
México demanda de nuevos docentes que esten dispuestos a cambiar la realidad social de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, para un futuro mejor.
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Buenas tardes apreciable Maestro, muchas gracias por la lectura del artículo y sobre todo por su muy informada y explícita respuesta. Exactamente en el corazón de lo que menciona se ubica la esencia de mi artículo. Es decir, no se trata de eliminar PISA, puede ser un instrumento de política pública, el problema es el enfoque totalitario de una ubicuidad cuantitativa hacia la productividad y la ruta económica, dejando de lado la convivencia y las relaciones que fortalecen los tejidos importantes de nuestra sociedad, aspecto que se ha visto mermado y visible desde la perspectiva de las violencias que nos ocupan. Por otra parte, esta mejora que se vería propiciada desde el impulso de un curriculum mínimo y flexible, confiando en el maestro y en la escuela, nos permitiría el desarrollo de las propias localidades, no desde mecanismos importados, sino en la fortaleza de nuestro propio contexto, desde la innovación como bien lo comenta. Tenemos que tomar la batuta y no ser un consumidor de tecnología final. La ruta de la OCDE ya la vivimos y me parece que no es la más correcta, pues nos ha llevado por una isla maquiladora que no aprovecha su ubicación en el mundo para crecer y contar con los elementos para el desarrollo, las múltiples relaciones que tenemos con diversas partes del mundo nos pueden favorecer en muchas aristas para el desarrollo.
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