A un año…

Esta semana que viene, se habrá de cumplir un año de que se anunció el cierre físico de los centros escolares de prácticamente todos los niveles educativos en nuestro país, el cual se sumó a casi todas las naciones, en donde más de 1500 millones de estudiantes, es decir, nueve de cada diez en el mundo tuvieron que dejar la escuela y buscar otra manera de continuar sus estudios. 

A ese tiempo de distancia, se constituye en un excelente momento para valorar lo realizado, en los diversos órdenes, específicamente, por el tema de esta columna, con lo que tiene que ver con la educación. 

En aquel momento, todo parecía que se repetía solamente aquella breve experiencia cuando, precisamente un 17 de marzo pero de 2009 llegaba a nuestro país el virus de la influenza A(H1N1) y se cerraron las escuelas del 23 de abril al 11 de mayo de aquel año, sin embargo, la realidad fue mucho más fuerte de lo que se esperaba, y, a un año de distancia nuestros centros educativos continúan cerrados, no así el trabajo del personal que los integra y que sigue adelante, con esfuerzo, dedicación y no pocas dificultades para enfrentar la emergencia con sus propios recursos.

A un año de distancia el costo ha sido muy fuerte en muchos sentidos, la línea que ha trazado la incertidumbre como categoría de análisis transversal en toda la sociedad, ha estado permanentemente marcado por la muerte, el dolor, la angustia, la tristeza y la distancia que se ha interpuesto como elemento clave para entender el verdadero papel de la escuela como espacio de socialización y construcción colectiva de sociedad.

Otro aspecto fundamental, es entender que ningún esfuerzo desarrollado por la iniciativa de organizaciones particulares o gubernamentales, hubiera siquiera pensarse si no es con la colaboración siempre proactiva del magisterio en su conjunto, no solamente porque el personal docente fue capaz de enfrentar con sus propios recursos como es la señal de internet, la electricidad, sus equipos informáticos, etc., sino que la capacitación que durante más de 30 años jamás se dio por parte de las instancias oficiales, fue tomado con la seriedad que corresponde para ponerse en la línea de trabajo, en el frente, asumiendo su propia capacitación.

Por supuesto ningún análisis estaría completo sin el apoyo y participación en esta nueva etapa por parte de los padres y madres de familia que han apoyado el proceso de la mejor manera posible. Es claro que existen muchas niñas, niños, adolescentes y jóvenes que carecen de este apoyo y a quienes el sistema les ha negado el derecho a la educación, en un número que fácilmente supera los tres millones de estudiantes y que deben de convertirse en la principal preocupación y ocupación de los esfuerzos en el corto plazos, pues dicha cifra, tan solo con preguntarle a cualquier docente de la periferia o del medio rural, sabrá que es. Mucho mayor el impacto, por las lamentables condiciones de conectividad, de pobreza, de cultura digital y por supuesto en algunos casos, del capital cultural de las familias.

Es grave el problema que enfrentamos a un año de distancia, pero solamente con políticas públicas que estén orientadas a su solución podremos ver resultados que mitiguen las problemáticas que ahora nos aquejan.

manuelnavarrow@gmail.com

https://manuelnavarrow.com

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