De manera lenta pero insistente, la disminución de la cantidad semanal de personas infectadas o lamentablemente fallecidas, ha abierto una discusión impulsada por las autoridades educativas, orientada hacia la posibilidad de un eventual regreso a clases presenciales, lo que ha despertado un debate sobre los tiempos y en todo caso las formas en que habría de darse éste, sobre todo ante la amenaza latente de un rebrote de la emergencia sanitaria, como ocurre en otros países en estos momentos.
Y es que los efectos de la pandemia en los diferentes órdenes de la vida social, educativa y económica de nuestro país no han sido menores, tan solo hace falta ver la cantidad de robos a los edificios escolares, las complicaciones para las familias que ahora han apreciado de manera cercana cuáles son las labores que se realizan en la escuela, especialmente aquellos que tienen menores con necesidades educativas especiales, la carencia de equipos computacionales de docentes que utilizan sus datos móviles y equipos de telefonía celular para enfrentar sus clases, o el caso de quienes están en instituciones de educación superior, como es el caso de las estudiantes de la Escuela Normal Rural “Ricardo Flores Magón” de Saucillo en Chihuahua, en donde un 60% de ellas carece de acceso a internet para llevar a cabo sus clases.
Y es precisamente este último ejemplo, el que nos debe de preocupar, y no por que suceda en esa estupenda institución formadora de docentes, sino por el origen de sus docentes en formación, que coincide con las características socioeconómicas de un porcentaje muy importante de estudiantes en México, a quienes los efectos de la falta de acceso a las medidas que se han implementado por parte de las autoridades educativas, por lo que la brecha de aprendizaje se vuelve cada día más grande para esta población que sin duda debemos de tomar en consideración, sobre todo por el olvido histórico al que se han enfrentado siempre.
La Secretaría de Educación Pública (SEP) ha planteado un posible regreso a clases presenciales que plantea voluntario en 14 entidades, sin embargo, vale la pena explorar algunos elementos que se sugieren a fin de generar una mayor certeza para todos los actores del proceso educativo.
Tal es el caso de las recomendaciones que ha emitido la UNESCO en el sentido de que, para que se pueda pensar en una reapertura de escuelas, se necesita de cuatro aspectos fundamentales: Funcionamiento seguro de las escuelas (prioridad a primeros grados, capacidad y recursos suficientes incluida para la higiene); foco en los aprendizajes (planificación proactiva, simplificación de programas de estudio, apoyo a docentes y cancelar exámenes menos importantes); Bienestar y protección (comunicación con todos los actores, vacunas y alimentación) y llegar a los más vulnerables (financiamiento adicional a comunidades mas desprotegidas, apoyo especial a las niñas y medidas especiales para el personal que les atiende).
Tal vez debemos pensar en el regreso a las escuelas presencial en algún momento, sin embargo, es fundamental entender que se requiere de un acondicionamiento, preparación, inversión de recursos, apoyo y fortalecimiento de lo que se tiene hasta el momento antes de aventurarnos en otro tipo de posibilidades, pero siempre pensando en la población más vulnerable como guía de nuestras acciones.
El autor es parte de la Asociación de Editorialistas del Estado de Chihuahua