Tras 17 meses de cierre de los edificios escolares e inicio de fuentes alternas para las actividades del proceso de enseñanza – aprendizaje, como lo fue la televisión, radio, internet, cuadernillos, entre otros, el pasado 30 de agosto se realizó por parte del Gobierno Federal y las Entidades de la República, la reapertura de centros escolares, abriendo un nuevo capítulo para el reencuentro presencial de las comunidades académicas a lo largo y ancho del país.
En medio de una fuerte polémica por la decisión tomada, la medida no fue acatada en todos los estados por muy diferentes motivos y razones. Baja California Sur, Baja California, Sinaloa, Sonora y Nayarit por el paso del huracán, así como Coahuila por falta de consenso con los padres de familia. De las entidades restantes, varias no abrieron completamente, por ejemplo Quintana Roo solo abrió 341 escuelas, Oaxaca el 25%, Michoacán el 50%, Ciudad de México el 90%, Chihuahua 70%, Tabasco 60%, sólo 123 escuelas en Nuevo León, Veracruz menos del 50% y en general en el resto del país por el vandalismo, destrucción, o porque los padres de familia optaron por no enviar a sus hijos a la escuela, lo que dio como consecuencia que de las más de un cuarto de millón de escuelas en el país, abrieron sus puertas para el regreso presencial cerca del 45% de las escuelas de acuerdo con lo señalado por la Maestra Delfina Gómez, Secretaria de Educación Pública (SEP).
Las consecuencias de la emergencia sanitaria por una u otra razón son devastadoras en la educación, de cerca de 36 millones de estudiantes en México, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) 5.2 millones de estudiantes no se inscribieron en este ciclo escolar, 2.9 millones por falta de recursos económicos y 2.3 millones por causa directa de la pandemia COVID-19.
No cabe duda de que detrás de las ausencias escolares provocadas por el no envío por parte de los padres de familia tienen que ver con el temor que no es menor, pues al cierre de la semana pasada la Secretaría de Salud Federal reportaba que en las últimas dos semanas se registraron en México 11 mil 923 contagios de COVID en niños, que sin duda se infectaron desde antes del inicio de las clases, pero cuyo efecto llega a las instituciones educativas, muchas de ellas asociadas a problemas con mucha raíz en nuestro país como lo es la obesidad.
No son pocos los lugares en los que la emergencia sanitaria ha obligado a las autoridades educativas a dar marcha atrás por el incremento de los contagios. En Estados Unidos al menos 80 distritos del país reactivarán la educación a distancia u otros modelos híbridos de aprendizaje en 12 Estados de la Unión Americana.
Sea cual fuere la decisión de las autoridades, lo cierto es que el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF por sus siglas en inglés) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) exhortaron a los países que se abran los centros educativos, a realizar mejoras en la infraestructura y específicamente en la ventilación de las aulas, a aplicar de manera regular pruebas de detección del virus a personal escolar y estudiantes, a inmunizar a los niños y niñas de 12 años o más entre otras cosas, a fin de evitar problemas académicos, mentales y de violencia que se están suscitando en el hogar por el confinamiento.
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El autor es miembro de la Asociación Estatal de Editorialistas