Liderar no significa estar solo

En el corazón de cada escuela existe una figura que, más allá de los cargos administrativos y las obligaciones formales, encarna el compromiso de mantener viva la misión educativa: la persona que asume la dirección escolar. A menudo se piensa, desde fuera, que quien dirige una institución educativa lo hace desde una posición de control absoluto o con respuestas automáticas ante cualquier situación. La realidad es mucho más compleja. Quienes lideran escuelas saben que muchas decisiones cruciales deben tomarse con responsabilidad, convicción y, en ocasiones, desde la más profunda soledad. Sin embargo, eso no implica que el liderazgo deba ejercerse desde el aislamiento.

El verdadero liderazgo escolar se construye en red, en vínculo con otros, en la interacción constante con el equipo docente, con el personal administrativo, con las madres, padres y tutores, y sobre todo, con las y los estudiantes. En la vida cotidiana de una escuela, no existe una única voz con la verdad absoluta. Lo que existe es la posibilidad de generar diálogos, construir consensos, analizar situaciones desde diferentes miradas y caminar en conjunto hacia una mejora constante. La persona que lidera no lo hace para imponer, sino para acompañar, impulsar y sostener procesos que se vuelven colectivos en su implementación.

Es indispensable que la sociedad comprenda que el trabajo del liderazgo escolar no se limita a despachar asuntos desde una oficina. Las y los directores están inmersos en una labor profundamente humana que implica decisiones pedagógicas, organizacionales y afectivas. Están atentos a los aprendizajes de cada niña y cada niño, a la salud emocional de los equipos de trabajo, al fortalecimiento del ambiente escolar y a la construcción de comunidades educativas que trasciendan lo burocrático. Esta labor requiere formación especializada, experiencia, escucha activa, capacidad de reflexión, firmeza ética y disposición para aprender constantemente.

Por ello, es urgente que se valore y se respalde la tarea de quienes conducen nuestras escuelas. Ellos y ellas no solo administran recursos o responden a oficios institucionales, sino que encabezan proyectos educativos complejos, que muchas veces enfrentan condiciones adversas, escasez de apoyos y demandas múltiples. No obstante, a pesar del peso de la responsabilidad y de los momentos solitarios que el cargo puede implicar, el liderazgo auténtico se sostiene en la comunidad. Una escuela mejora cuando su liderazgo es compartido, cuando se construyen redes de apoyo y cuando cada miembro del colectivo asume un rol activo en la transformación.

Reconocer esta dimensión colaborativa del liderazgo escolar es fundamental para construir una educación más justa, más inclusiva y más cercana a las necesidades de nuestra sociedad. Liderar no es estar solo; es tener el valor de convocar, de incluir y de confiar en el poder de lo colectivo.

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann
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2 comentarios en “Liderar no significa estar solo

  1. Gracias. Excelente proponían sobre el liderazgo en un centro educativo, es primimordial establecer canales de comunicación con los integrantes de la comunidad escolar y desarrollar un grupo de trabajo que interpone información en todas direcciones, y hablar directamente con los involucrados. 

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