¿Y los docentes en el análisis de los libros?

«Los maestros, creo, son los más responsables y más importantes miembros de la sociedad porque sus esfuerzos profesionales afectan el destino de la tierra»…Helen Caldicott.

El sistema educativo nacional no se limita únicamente a la transmisión de conocimientos, sino que también tiene un papel fundamental en la construcción de la identidad, valores y la visión del mundo de sus ciudadanos. En este complejo proceso, el libro de texto ha sido tradicionalmente el eje central, actuando como una brújula que guía el proceso de enseñanza-aprendizaje. Sin embargo, su lugar es solamente uno de los múltiples componentes del entramado educativo, y aunque es crucial, su relevancia se encuentra al lado del criterio del docente.

Los libros de texto, ya sea por encargo como antes o hechos en las imprentas oficiales como ahora, representan la concreción de las intenciones curriculares del Estado. Reflejan, desde siempre, una serie de decisiones pedagógicas, ideológicas, culturales y sociales que quienes representan al Estado, a través de sus instituciones educativas, decide privilegiar. Pero es importante recordar que estos libros también esconden un currículum oculto: aquello que no se dice explícitamente, pero que se infiere a través de sus omisiones, imágenes, ejemplos y estructura.

En este panorama, el papel del docente se vuelve trascendental. Si bien el libro de texto es una herramienta poderosa, el docente tiene la capacidad y responsabilidad de mediar entre este recurso y el aprendizaje real del estudiante. El docente puede, y debería, analizar críticamente el contenido de estos libros, identificando no solo lo que dicen, sino también lo que omiten o lo que insinúan. De esta manera, el maestro se convierte en un agente activo que no solo transmite conocimientos, sino que también construye, cuestiona y reconstruye saberes junto con sus estudiantes.

Es importante entender que los nuevos libros de texto, con sus propuestas renovadas, traen consigo desafíos y oportunidades. Cada renovación curricular, cada nuevo libro, es una invitación al cambio. Pero este cambio no se efectuará de manera automática o mágica simplemente por la presencia de un nuevo libro en el aula. El cambio verdadero y profundo se dará cuando el docente, armado con su experiencia, capacitación, criterio y compromiso, decida su actuar como puente entre el currículum y el aprendizaje.

La actitud y mediación del docente son, entonces, fundamentales para aprovechar al máximo las posibilidades que ofrecen los nuevos libros de texto, ya sea en físico o en digital como ya circulan. Estos no son simplemente receptáculos de información, sino herramientas que, en manos de un docente crítico y comprometido, pueden desencadenar reflexiones profundas y transformaciones significativas en el aula.

Mientras que los libros de texto tienen un papel importante en el sistema educativo, la verdadera chispa del cambio yace en el docente. Es a través de su visión, su interpretación y su mediación que los contenidos cobran vida y se adaptan al contexto y necesidades de sus estudiantes. Asumir este papel activo y crítico frente a los recursos educativos, como los libros de texto, es un paso esencial para lograr una educación más reflexiva, contextualizada y transformadora. Porque la educación… es el camino…

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann.

Doctor en Gerencia Pública y Política Social y miembro de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua

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5 comentarios en “¿Y los docentes en el análisis de los libros?

  1. Por supuesto que los docentes deben tener una actitud analítica en la utilización de los libros de texto, no solo hacia los gratuitos, cómo material de apoyo, sino hacia todos los materiales utilizados en el aula, con una visión global del contexto , con proyección hacia la contribución para que el alumno se desarrolle como un ser analitico, crítico y reflexivo; capaz de tomar decisiones en la vida cotidiana.

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  2. Exacto. El papel del docente es definitivamente crucial para llevar a cabo el proceso de E-A y además tener claro el propósito del Artículo tercero constitucional amén de conocer y dominar los contenidos de los libros y del plan y programas en cada nivel educativo.

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