Rompiendo la resistencia al cambio en la dirección escolar

En la vida escolar, uno de los retos más grandes que enfrentan quienes asumen la dirección es la resistencia a modificar hábitos y formas de trabajo arraigadas. Cuando las costumbres de un centro educativo se han mantenido durante años, resulta complejo abrir paso a nuevas formas de hacer las cosas, aunque estas traigan beneficios para la mejora del clima escolar y de aprendizaje. No se trata solo de cambiar procedimientos, sino de comprender que cada cambio implica un reajuste en la manera en que las personas perciben y desarrollan su labor, así como en las relaciones que sostienen entre sí.

Este reto se vuelve más evidente cuando el cambio exige aprender nuevas habilidades o adoptar enfoques distintos a los que se han utilizado por largo tiempo. En la dirección escolar, impulsar estos aprendizajes implica fortalecer el trabajo colaborativo, acompañar a cada miembro del equipo y brindar el apoyo necesario para que todos puedan adaptarse sin sentir que su trabajo o identidad profesional se ve amenazada. El liderazgo en este proceso no solo se basa en dar instrucciones, sino en inspirar y generar confianza para que la comunidad educativa avance en conjunto.

A nivel cultural, la resistencia al cambio puede ser aún mayor cuando la institución goza de reconocimiento o estabilidad, ya que existe la percepción de que “no es necesario mover lo que ya funciona”. Sin embargo, una dirección comprometida con la mejora continua entiende que el contexto cambia y que el éxito pasado no garantiza la permanencia de un ambiente óptimo para el aprendizaje en el futuro. La visión estratégica del director o directora debe ir más allá de conservar lo que hay; debe buscar un desarrollo que permita responder a las nuevas necesidades de las niñas, niños y adolescentes.

Por último, las estructuras jerárquicas pueden convertirse en un obstáculo cuando hay posturas rígidas o luchas internas que dificultan la implementación de nuevas ideas. En estos casos, la labor directiva requiere habilidades de mediación, comunicación asertiva y construcción de consensos, para que los cambios no se perciban como imposiciones, sino como acuerdos que benefician a todos. Así, se logra que las transformaciones necesarias se lleven a cabo, fortaleciendo la cohesión del equipo, mejorando las relaciones laborales y generando un entorno propicio para que el aprendizaje florezca.

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann

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