Hablar con el equipo docente no es sólo un acto de comunicación técnica o informativa. Quien dirige una institución educativa debe entender que cada palabra puede ser un puente o una barrera. Boyatzis y McKee (2005) señalan que el lenguaje que utiliza la persona que lidera, cuando es incluyente, reflexivo y cargado de afecto genuino, tiene el poder de alimentar la confianza y de fortalecer los vínculos que sostienen el trabajo colaborativo.
Esto es especialmente relevante para quienes ejercen la función directiva, ya que el clima emocional de una escuela no se construye únicamente con estrategias pedagógicas, sino también con el tono, el estilo y la forma en que se convoca, se orienta y se acompaña al equipo docente. El lenguaje puede ser vehículo de inspiración, consuelo, reconocimiento o también de desánimo y desconfianza. Elegir conscientemente cómo hablar es también una forma de decidir cómo se quiere liderar.
Cuando la comunicación en la escuela se convierte en una práctica respetuosa, empática y sensible, se abren espacios para la mejora en las relaciones laborales, se reduce la tensión institucional y se promueve una cultura organizacional más humana. Esto impacta directamente en la mejora del clima escolar y crea condiciones más saludables para que el trabajo entre colegas se fortalezca, se compartan responsabilidades y se genere un ambiente propicio para que niñas, niños y adolescentes puedan aprender con mayor bienestar y plenitud.
La palabra es una herramienta poderosa. Usarla con intencionalidad formativa, afectiva y consciente es una de las habilidades más importantes para quien conduce los destinos de una comunidad educativa.
Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann
Docente y Abogado. Doctor en Gerencia Pública y Política Social
@todos @destacar @seguidores
#formaciondirectiva #mejoraescolar #liderazgohumano #climaescolarpositivo #comunicacioneducativa #trabajocolaborativo #direccionconsciente #escuelasquesientan #educacionconproposito
