La importancia de la visión en el largo plazo

En los espacios educativos, quienes asumen la conducción no deberían limitarse a marcar el rumbo de forma unidireccional, sino abrir horizontes que convoquen a soñar en colectivo. Liderar con mirada de futuro significa más que definir rutas: implica imaginar escenarios posibles, movilizar voluntades y animar a toda la comunidad escolar a construir nuevas realidades con sentido y esperanza.

Un liderazgo que se centra en la construcción compartida no impone objetivos, sino que despierta el deseo de transformar. En lugar de decir “esto es lo que se debe hacer”, invita a pensar “¿qué podemos lograr juntas y juntos?”. Esta forma de ejercer la función directiva no solo genera un ambiente más humano y respetuoso, también fortalece la identidad colectiva y el sentido de pertenencia de quienes integran la escuela.

Michael Fullan (2007) plantea que quienes lideran con visión de futuro no solo orientan, sino que convocan a planear de forma participativa. Y es precisamente en esa participación donde se gesta el compromiso auténtico: cuando maestras, maestros, estudiantes, madres, padres y demás integrantes del centro educativo se sienten parte del diseño de un sueño común, se implican de manera genuina y activa.

Por eso, es fundamental que quienes están al frente de las escuelas no se limiten a administrar lo cotidiano, sino que se conviertan en sembradores de posibilidades. Soñar juntos no es una fantasía, es una estrategia poderosa para transformar el presente y abrir camino a un futuro más justo, más incluyente y más digno para nuestras niñas, niños y adolescentes.

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