La educación sexual. El elefante en la habitación

«Es más fácil construir niños fuertes que reparar adultos rotos.» Frederick Douglass

La responsabilidad social de educar a las nuevas generaciones no recae exclusivamente en el sistema educativo, sino que es un mandato compartido con las familias, las comunidades y, de hecho, la sociedad en su conjunto. Vivimos en una era de información, donde el acceso al conocimiento es vasto, pero al mismo tiempo, la desinformación y la información dañina también proliferan. Las niñas, niños y adolescentes están expuestos a un flujo constante de datos, imágenes y narrativas, y es nuestra tarea garantizar que estos estén alineados con una educación que les proteja y empodere.

Si consideramos la información sexual, el desconocimiento o la educación equivocada puede tener consecuencias profundas. Los datos son contundentes: la violencia, las violaciones y los embarazos tempranos están arraigados en la falta de educación y en la persistente cultura del silencio que rodea a la sexualidad. Negar el acceso a una educación sexual integral no solo desafía el derecho al libre desarrollo de la personalidad, sino que también perpetúa ciclos de abuso, ignorancia y trauma.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación, al respaldar la educación y el conocimiento sobre estos temas, ha reconocido implícitamente el papel de la educación como herramienta de protección. Es un llamado a la sociedad a despertar y asumir esta responsabilidad colectiva. En lugar de censurar o evitar estos temas, es esencial que los abordemos de frente, con honestidad y cuidado, para equipar a nuestros jóvenes con las herramientas que necesitan para navegar en un mundo que a menudo puede ser confuso y peligroso.

No actuar, no informar, es permitir que la ignorancia se arraigue. Es permitir que los perpetradores actúen con impunidad. Es facilitar un terreno en el que las vulnerabilidades son explotadas. Es dejar a nuestras niñas, niños y adolescentes desarmados en un campo minado.

La educación sexual no solo es una cuestión de protección, sino también de empoderamiento. Se trata de permitir que las personas jóvenes entiendan y valoren su cuerpo, establezcan límites, comuniquen sus deseos y necesidades, y tomen decisiones informadas. Al hacerlo, cultivamos individuos que no solo están protegidos contra el daño, sino que también son activos defensores de sus derechos y de los derechos de los demás.

Necesitamos recordar que venimos de una cultura del silencio, en donde todo se esconde y nada sucede, en donde se aprende de amigos, internet, revistas o de actos traumáticos en donde la mayor cantidad de violaciones de menores provienen de familiares y amigos cercanos a la familia, lo que les abre la puerta, pero también les permite exigir un silencio que tanto ha dañado a nuestras familias.

Esta educación no es una opción, es un imperativo. No es solo una cuestión de moralidad o ética, sino de justicia y derechos humanos. Las decisiones que tomemos hoy en relación con la educación de nuestras jóvenes generaciones resonarán en las décadas venideras. Es hora de actuar con valentía, de enfrentar los tabúes y de trabajar juntos para garantizar que todas nuestras niñas, niños y adolescentes tengan el conocimiento, la comprensión y la capacidad para enfrentar y superar los desafíos que les presenta la vida. Porque la educación es el camino…

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann.

Doctor en Gerencia Pública y Política Social y miembro de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua

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Educación y Economía circular

«Lo que haces marca una diferencia y tienes que decidir qué tipo de diferencia quieres hacer.»… Jane Goodall

El modelo económico en que vivimos ha impulsado un crecimiento económico sin precedentes y ha fomentado la innovación, pero sus consecuencias han llevado a graves problemas como la desigualdad económica, explotación laboral, crisis financieras, individualismo, consumismo, obsolescencia programada y una grave acumulación desmedida de desperdicios, dejando a su paso un costo ambiental y social significativo.

El desafío de la sostenibilidad ambiental y la economía circular exige una transformación profunda en todos los sectores de la sociedad, incluyendo la educación. En la actualidad, nos enfrentamos a problemas críticos como la escasez de agua, exacerbada por el consumo desmedido de industrias como la de los refrescos chatarra. Para abordar estos problemas, necesitamos un enfoque educativo que prepare a la próxima generación para crear soluciones sostenibles y circulares.

La economía circular es un modelo que propone la reducción, la reutilización y el reciclaje de los elementos. Se opone al tradicional modelo económico lineal de «tomar, hacer, desechar», promoviendo en cambio un ciclo continuo de uso y reutilización de recursos. La integración de la economía circular en la educación puede dar lugar a la formación de ciudadanos y profesionales conscientes y capacitados para implementar prácticas sostenibles.

Por ejemplo, si se enseña a los estudiantes sobre el impacto de la industria de los refrescos en el consumo de agua, podrían inspirarse para desarrollar alternativas más sostenibles. La educación puede ser la plataforma para la innovación, fomentando la creación de empresas y productos que respeten la economía circular.

Sin embargo, la educación por sí sola no es suficiente. La implementación efectiva de la economía circular requiere el compromiso y la acción de gobiernos y legisladores. Se necesitan políticas públicas fuertes que fomenten la economía circular, como regulaciones estrictas para las empresas con altos consumos de agua, incentivos para la adopción de prácticas sostenibles y una infraestructura que facilite la reutilización y el reciclaje de recursos.

Los beneficios de tal enfoque son considerables. Más allá de la conservación del agua y la reducción de la contaminación, la economía circular puede conducir a la creación de nuevos empleos en industrias sostenibles, mejores márgenes económicos, la reducción de la dependencia de los recursos importados y la mejora de la salud pública. Podría mejorar la calidad de vida, no sólo de las generaciones presentes, sino también de las futuras. Ya en Coparmex con Víctor Gómez Céspedes hay un paso importante desde el proyecto “Chihuahua Green City” como presidente de las comisiones de energía, sostenibilidad y medio ambiente de esta organización empresarial y con quien tuvimos un agradable encuentro como Asociación de Editorialistas.

Para enfrentar la escasez de agua y otros problemas de sostenibilidad de los que tanto nos quejamos, necesitamos una estrategia integral que incorpore la economía circular en la educación y que esté respaldada por políticas públicas efectivas. Este enfoque puede transformar nuestra realidad cotidiana y crear un futuro más sostenible y resiliente. Porque la educación es el camino…

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann.

Doctor en Gerencia Pública y Política Social y miembro de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua

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La escuela que anhelamos

«La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo»… Paulo Freire

Frecuentemente me he referido a la relación familia escuela como un vínculo necesario para fortalecer el aprendizaje, sin embargo, es necesario entender que la escuela necesita de una autocrítica permanente y necesaria para la transformación de la sociedad. La educación es el espejo en el que se refleja nuestra sociedad, por tanto, si queremos que mañana nuestra sociedad sea autocrítica, inclusiva, democrática y participativa, debemos comenzar por trasformar la escuela de hoy en ese molde ideal.

Una crítica popular que he utilizado antes es que existe una «generación de cristal», pero no debemos olvidar que esta percepción refleja, en realidad, generaciones anteriores que se resisten al cambio y así como hay padres de familia que se resisten, hay docentes y personal educativo que se muestran intolerantes hacia aspectos tan triviales como el largo del cabello, el uniforme o la identidad de un estudiante y otros prejuicios culturales, y se deja en las familias la toda la culpa de las deficiencias educativas. Pero ¿es justo trasladar toda la culpa a las familias, cuyo capital educativo es tan heterogéneo y cuyas circunstancias son tan distintas?

No debemos reducir la labor educativa al mero traspaso de conocimientos. Hacerlo es minimizar el rol transformador de la escuela. Frente a las debilidades o ausencias familiares, la escuela irrumpe como un agente educativo necesario y poderoso. Si anhelamos una sociedad que respeta derechos humanos, democrática y que no discrimine, entonces es imperativo que esas características las integremos primero en nuestras escuelas.

Algunos argumentan que la educación no es responsabilidad de la escuela sino exclusivamente de la familia. Sin embargo, si caemos en esa trampa, limitamos el impacto y alcance de la educación. Delegar la responsabilidad educativa únicamente a las familias es una barrera que impide lograr una escuela verdaderamente inclusiva y formativa.

Si bien es cierto que a veces la escuela y la familia parecen ir en trayectorias opuestas, es crucial identificar qué le corresponde hacer a la escuela para alinear esos caminos. Es prioritario entender que la escuela no debe ser esa entidad frágil que excluye o etiqueta a los estudiantes, ni el hospital que corre a los enfermos. No se trata solo del plan de estudios, sino de la cultura y esencia de la institución. La escuela debe ser reflejo del tipo de sociedad que anhelamos.

Es hora de dejar de lado críticas vacías hacia estudiantes y sus familias y centrarnos en la auto-reflexión. Debemos adoptar un enfoque inclusivo, construir relaciones trascendentes con las familias y aceptar que la transformación comienza con nosotros, los educadores. Como profesionales, nuestro deber es garantizar el derecho a la educación de todos los estudiantes y asumir el peso formativo que implica.

La tarea no es sencilla, pero es fundamental. Si deseamos un cambio en la sociedad, debemos empezar por nosotros, por la forma en que percibimos la educación, y por cómo nos relacionamos con estudiantes y sus familias. Solo entonces, lograremos escuelas que realmente sean pilares para el crecimiento y desarrollo de la sociedad. Porque la educación es el camino…

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann.

Doctor en Gerencia Pública y Política Social y miembro de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua

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Generación de cristal

«Nadie educa a nadie, y nadie se educa a sí mismo; los hombres se educan entre sí, con mediación del mundo»… Paulo Freire en el libro «Pedagogía del Oprimido»

La educación acompaña los cambios sociales, se adapta, pero se complejiza a partir de sucesos que se viven a nivel familiar que impacta los esfuerzos educativos. Uno de los efectos es lo que se le ha denominado como la “generación de cristal” que es se utiliza para describir a las nuevas generaciones. Surge de la percepción de que son más frágiles, sensibles o propensos a ofenderse en comparación con generaciones anteriores. 

Existen un cierto consenso en que esto sucede, porque han enfrentado una mayor exposición a las redes sociales donde las críticas, el ciberacoso y las comparaciones constantes son comunes; mayor educación sobre respeto y diversidad lo que provoca menor tolerancia a los comentarios insensibles o discriminatorios; pero en mayor medida por los cambios en la crianza al interior de los hogares.

Así, está el caso de los «padres helicóptero» que son aquellos que están constantemente supervisando y entrometiéndose en la vida de sus hijos, incluso en asuntos que los hijos podrían manejar por sí mismos, lo que puede limitar las oportunidades de los niños para aprender a enfrentar adversidades; el Miedo al fracaso, llevándolos a protegerlos de situaciones en las que podrían no tener éxito, lo que limitar la capacidad para desarrollar resiliencia y entender que está bien fallar y aprender de los errores; la era de la gratificación en donde muchas cosas se obtienen de manera instantánea (información, entretenimiento, comunicación), limitando su capacidad para desarrollar paciencia y perseverancia; la sobre programación, en donde muchos niños de hoy tienen horarios muy estructurados con clases extracurriculares, deportes, lecciones y otras actividades, que puede limitar el tiempo libre de un niño para el juego no estructurado, la creatividad y aprender a manejar el aburrimiento; la Tecnología y supervisión en donde muchos padres pueden monitorear a sus hijos de formas que antes no eran posibles, como aplicaciones de rastreo o monitoreo de actividades en línea que limita la sensación de independencia y privacidad de los niños y por supuesto la priorización del éxito académico, en donde hay una presión creciente para que los niños tengan éxito, lo que puede llevar a intervenir excesivamente en la educación de sus hijos, haciendo tareas o proyectos para ellos o presionando a docentes para que den calificaciones más altas.

Necesitamos entender que la escuela no educa, el hogar si, la escuela imparte contenidos y se espera que le sean de utilidad para su vida adulta, pero las familias necesitan saber que la escuela continua la labor que se hace en casa con sus propios principios y valores desde donde se hace lo imposible para continuar con su educación. 

La cita inicial precisa que la educación no es un acto unidireccional, sino un proceso colaborativo, de ahí que las familias deben conocer que lo que hacen repercute en la escuela, y que será en el hogar en donde enfrenten las consecuencias. Porque la educación es el camino…

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann.

Doctor en Gerencia Pública y Política Social y parte de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua

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Decisiones desde el escritorio y aprendizaje

Hay un dicho muy popular utilizado al interior del medio educativo para expresar que una decisión cupular no es precisamente cercana a la realidad educativa de las escuelas cuando se dice que es muy fácil decirlo “desde el escritorio”.

En este ámbito, es fundamental comprender que, a pesar de que no se pueda percibir de esta manera en los pasillos de las oficinas públicas,  las decisiones tomadas desde los puestos administrativos tienen un impacto profundo en el trabajo de las escuelas y, por tanto, en el aprendizaje de estudiantes. Aunque a menudo se perciban como meros trámites burocráticos, cada orden, documento o decisión afecta directamente las actividades diarias de las escuelas.

Así, es esencial reconocer que los roles administrativos que tienen que ver con el sector educativo como son la asignación de recursos, plazas, programas compensatorios, apoyos, infraestructura entre otros, no se limitan a papeles, firmas y números. Por el contrario, requieren de contar con una profunda comprensión del fenómeno educativo y una reflexión crítica sobre el impacto de esas decisiones en el aprendizaje de los estudiantes. Por esta razón, es altamente beneficioso que los puestos administrativos sean ocupados por profesionales con formación educativa, complementada por supuesto con perfiles en áreas profesionales de corte financiero, administrativo, legal, contable, u otro según sea necesario. No es lo mismo cuando se administra una fábrica de tornillos, una empresa de seguros, un banco o una empresa turística, que cuando se juega la vida de millones de niñas, niños, adolescentes y jóvenes.

Aunque esto sería deseable, la realidad nos muestra que, con muy destacadas excepciones sobre todo en el área académica, es poco común encontrar perfiles en las áreas administrativas acordes a la toma de decisiones que se orienten a favorecer la educación desde dichos puestos. El gran problema es que gran parte de las decisiones de peso son tomadas por las autoridades administrativas. Es crucial establecer un proceso de formación y desarrollo profesional para quienes desempeñan un trabajo de este tipo, tanto aquellos con formación en educación como aquellos sin ella, a fin de fomentar una reflexión profunda sobre el impacto de sus decisiones en los centros escolares y fortalecer su conocimiento del ámbito educativo.

Estas autoridades administrativas deben estar dispuestas a evaluar constantemente el impacto cualitativo de sus acciones y a ajustar su enfoque para mejorar los resultados educativos, por ello, es responsabilidad de las autoridades educativas y gubernamentales fomentar el desarrollo profesional y la capacitación continua de estas autoridades, brindándoles las herramientas necesarias para comprender y abordar los desafíos educativos actuales en una comunicación permanente con quienes reciben de manera directa estos servicios o apoyos en los centros educativos 

Sería deseable que en el proceso de evaluación del sistema educativo se incluyan políticas públicas para evaluar estas áreas, sería un gran avance que esta estructura pudiera contar con elementos no solo para su evaluación, sino para brindarles un seguimiento, apoyo y respaldo para que su trabajo, desempeño y decisiones puedan tener un mejor impacto y con ello un beneficio para el sistema educativo y sociedad en su conjunto, porque la educación es el camino…

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann.

Doctor en Gerencia Pública y Política Social y parte de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua

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