La dirección escolar. El segundo factor en importancia para el aprendizaje

En el corazón de cada escuela hay una figura clave que, aunque muchas veces trabaja tras bambalinas, tiene un impacto profundo en los aprendizajes de las y los estudiantes: la persona que ejerce el liderazgo directivo. De acuerdo con Ken Leithwood y sus colaboradores, después de la calidad de la enseñanza en el aula, el liderazgo escolar es la segunda influencia más importante en los logros educativos de los estudiantes. Esta afirmación nos invita a reflexionar sobre el papel fundamental que tienen quienes dirigen los centros escolares y cómo su forma de liderar puede transformar positivamente el entorno educativo.

Cuando el liderazgo escolar se orienta hacia el fortalecimiento de los equipos docentes, la mejora en la convivencia diaria y el acompañamiento cercano de los procesos de enseñanza y aprendizaje, se generan condiciones propicias para que florezcan tanto los aprendizajes como las relaciones humanas. No se trata de imponer una lógica administrativa o de control, sino de inspirar una cultura de colaboración, diálogo y compromiso con el bienestar de todos los miembros de la comunidad escolar.

El fortalecimiento del trabajo directivo no solo permite orientar con claridad el rumbo de la escuela, sino que también impulsa la mejora del ambiente laboral, la confianza entre pares y la participación activa de docentes, estudiantes y familias. Esto repercute directamente en un clima escolar más armónico, donde niñas, niños y adolescentes se sienten seguros, motivados y capaces de aprender con entusiasmo.

Por ello, es indispensable que quienes asumen la tarea de dirigir una escuela reconozcan el valor que tiene su labor para propiciar entornos que favorezcan aprendizajes profundos y significativos. El liderazgo escolar no es solo una función técnica, sino una oportunidad para construir comunidad, para inspirar y para dejar una huella positiva en la vida de cada estudiante.

A quienes están en esa tarea diaria de acompañar, guiar y transformar, este mensaje es también un reconocimiento. Porque cada decisión, cada escucha atenta y cada gesto de apoyo puede marcar una diferencia duradera en el camino formativo de quienes más lo necesitan.

Aprendizaje organizacional 

Las escuelas son organizaciones inteligentes con capacidad de aprender de su contexto, de sus errores, de las personas que la conforman y con ello, la calidad, actualización, enfoque, interés y capacidad de reacción de autoridades, docentes, personal administrativo y familias que reconstruyen día a día el potencial de desarrollo que le es significativo para la realización de la tarea que tienen encomendada: el aprendizaje.

Es importante entender qué es el aprendizaje organizacional es, en pocas palabras, el proceso mediante el cual una organización, en este caso, una escuela, adquiere y utiliza nuevos conocimientos, habilidades y prácticas para mejorar su desempeño y adaptarse a los cambios.

El aprendizaje organizacional es esencial en el ámbito educativo. Las escuelas son contextos muy dinámicos, donde repetidamente se presentan desafíos y oportunidades de mejora. Mediante el aprendizaje organizacional, directivos, docentes y el personal escolar pueden reflexionar, colaborar, tomar acciones y sobre todo decisiones para promover la mejora educativa.

Ser conscientes del aprendizaje organizacional es fomentar una cultura de aprendizaje, donde la búsqueda de conocimiento y el crecimiento constante se convierten en la norma. Además, fortalece la capacidad de adaptación frente a los cambios curriculares, pedagógicos y tecnológicos. También el mejorar la enseñanza y el aprendizaje al promover una actualización y aplicación de buenas prácticas, de aquellas que funcionan, para ese momento, para esa circunstancia y con esas condiciones.

Para promover el aprendizaje organizacional al interior del centro educativo existen diferentes estrategias. En primer lugar, es fundamental fomentar una cultura de colaboración y de compartir conocimientos, donde directivos, docentes y personal puedan intercambiar experiencias y aprendizajes. Además, se deben establecer, intencionalmente, espacios de reflexión y análisis, como lo es el consejo técnico, los grupos de estudio o las comunidades de práctica. En este sentido, el liderazgo educativo desempeña un papel crucial al proporcionar de la organización, recursos, tiempo y apoyo para el desarrollo profesional del equipo.

Algunos ejemplos de buenas prácticas de aprendizaje organizacional en las escuelas pueden incluir la implementación de programas de mentoría y apoyo entre docentes, la participación en conferencias y cursos de desarrollo profesional, la realización de investigaciones colaborativas sobre mejores enfoques pedagógicos, la elaboración conjunta de la agenda anual, la resolución de conflictos y la adopción de tecnologías educativas innovadoras para la mejora.

En resumen, el aprendizaje organizacional es un pilar fundamental para el crecimiento educativo en las escuelas. Al fomentar una cultura de aprendizaje, adaptación y mejora continua, las instituciones educativas pueden enfrentar de mejor manera los retos del siglo XXI y proporcionar una mejor educación. Hay que tener siempre presente esa maravillosa frase de Séneca “Docendo discimus” que significa «enseñando, aprendemos», ya que solo juntos podemos impulsar el cambio y la mejora permanente de nuestro centro educativo.

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann

Doctor en Gerencia Pública y Política Social

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