Rompiendo la resistencia al cambio en la dirección escolar

En la vida escolar, uno de los retos más grandes que enfrentan quienes asumen la dirección es la resistencia a modificar hábitos y formas de trabajo arraigadas. Cuando las costumbres de un centro educativo se han mantenido durante años, resulta complejo abrir paso a nuevas formas de hacer las cosas, aunque estas traigan beneficios para la mejora del clima escolar y de aprendizaje. No se trata solo de cambiar procedimientos, sino de comprender que cada cambio implica un reajuste en la manera en que las personas perciben y desarrollan su labor, así como en las relaciones que sostienen entre sí.

Este reto se vuelve más evidente cuando el cambio exige aprender nuevas habilidades o adoptar enfoques distintos a los que se han utilizado por largo tiempo. En la dirección escolar, impulsar estos aprendizajes implica fortalecer el trabajo colaborativo, acompañar a cada miembro del equipo y brindar el apoyo necesario para que todos puedan adaptarse sin sentir que su trabajo o identidad profesional se ve amenazada. El liderazgo en este proceso no solo se basa en dar instrucciones, sino en inspirar y generar confianza para que la comunidad educativa avance en conjunto.

A nivel cultural, la resistencia al cambio puede ser aún mayor cuando la institución goza de reconocimiento o estabilidad, ya que existe la percepción de que “no es necesario mover lo que ya funciona”. Sin embargo, una dirección comprometida con la mejora continua entiende que el contexto cambia y que el éxito pasado no garantiza la permanencia de un ambiente óptimo para el aprendizaje en el futuro. La visión estratégica del director o directora debe ir más allá de conservar lo que hay; debe buscar un desarrollo que permita responder a las nuevas necesidades de las niñas, niños y adolescentes.

Por último, las estructuras jerárquicas pueden convertirse en un obstáculo cuando hay posturas rígidas o luchas internas que dificultan la implementación de nuevas ideas. En estos casos, la labor directiva requiere habilidades de mediación, comunicación asertiva y construcción de consensos, para que los cambios no se perciban como imposiciones, sino como acuerdos que benefician a todos. Así, se logra que las transformaciones necesarias se lleven a cabo, fortaleciendo la cohesión del equipo, mejorando las relaciones laborales y generando un entorno propicio para que el aprendizaje florezca.

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann

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Un gran cambio de paradigma

“Las mujeres son las mayores agentes de cambio. Si queremos un mundo más pacífico y próspero, necesitamos más mujeres en todos los niveles de gobierno, porque ellas aportan soluciones diferentes y necesarias.” Hillary Clinton

La elección de una mujer como presidenta en México representa un cambio histórico que trasciende el ámbito político y se adentra en la dimensión social y cultural de nuestro país. Tras casi siete décadas desde que las mujeres obtuvieron el derecho al voto, este logro simboliza la culminación de una lucha incansable por la igualdad de derechos y oportunidades. No obstante, más allá del reconocimiento de este hecho, es crucial destacar cómo este acontecimiento redefinirá el horizonte de posibilidades para las niñas y adolescentes que hoy observan con nuevos ojos su potencial de liderazgo.

Este momento se convierte en una ventana abierta hacia un futuro donde las limitaciones de género comienzan a desdibujarse. Las nuevas generaciones de mujeres podrán verse reflejadas en el más alto cargo de representación nacional, lo que refuerza la creencia de que sus sueños, ambiciones y capacidades no tienen barreras inquebrantables. A nivel simbólico, la llegada de una mujer a la presidencia refuerza la idea de que no se trata solo de lograr equidad en términos políticos, sino también de transformar el imaginario colectivo sobre lo que significa ser mujer en México.

Este cambio, si bien es impulsado por una elección política, ofrece una plataforma invaluable para revalorizar la importancia de la perspectiva de género en la toma de decisiones que afectan al país. Al incorporar una visión más incluyente y equitativa en las políticas públicas, se abre la posibilidad de construir un país donde las decisiones no se basen únicamente en agendas partidistas, sino también en un enfoque integral que considere la realidad de las mujeres y su participación activa en la sociedad. Es una oportunidad para replantear las prioridades nacionales, incluyendo temas cruciales como la justicia social, la igualdad de oportunidades y la erradicación de la violencia de género.

Este hito no solo quedará marcado como un triunfo electoral, sino como una señal de un México que avanza hacia la inclusión, donde las voces femeninas, en todos los ámbitos, tendrán un peso creciente en las decisiones que determinarán el futuro de la nación. La influencia de este momento en la construcción de un nuevo paradigma no solo afectará la política, sino también la educación, la cultura y la percepción misma de lo que es posible para cada niña que sueña con ocupar su lugar en la historia. Porque la sociedad la construimos en conjunto…

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann.

Doctor en Gerencia Pública y Política Social

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