El diálogo pedagógico y la autonomía profesional en el CTE

«Cuando los maestros tienen voz y decisión en su práctica, no solo se mejora la calidad educativa, sino también la dignidad del magisterio.» Andy Hargreaves

En el corazón de cada centro educativo se encuentran procesos complejos y profundos que muchas veces pasan desapercibidos para la sociedad. Más allá de las aulas, el trabajo de las y los docentes y directivos no se limita a impartir conocimientos; implica un esfuerzo constante por reflexionar, planificar y mejorar las estrategias que favorecen el aprendizaje de niñas, niños y adolescentes.

Entre estos procesos, el diálogo pedagógico y la autonomía profesional ocupan un lugar central, pues son herramientas clave para transformar la práctica educativa y responder de manera contextualizada a las necesidades de cada comunidad escolar.

El diálogo pedagógico no es simplemente una conversación; es un espacio de encuentro en el que las y los docentes comparten experiencias, analizan retos y construyen soluciones de manera conjunta. Este diálogo fomenta la reflexión crítica, el intercambio de ideas y la creación de vínculos que fortalecen el sentido de comunidad dentro de la escuela. En este proceso, la autonomía profesional juega un papel crucial, ya que permite al personal educativo tomar decisiones informadas y fundamentadas en el conocimiento profundo de sus estudiantes, su entorno y las metas de aprendizaje. Cuando el personal educativo tiene la libertad de ejercer esta autonomía, no solo se fomenta su creatividad y compromiso, sino que también se asegura que las estrategias implementadas sean pertinentes y efectivas.

El trabajo en los Consejos Técnicos Escolares (CTE) es un claro ejemplo de cómo el diálogo y la autonomía profesional se convierten en motores de cambio. En estos espacios, las y los docentes, junto con los directivos, analizan las prácticas pedagógicas, reflexionan sobre los materiales educativos y diseñan metodologías que favorecen aprendizajes significativos. Este esfuerzo no es improvisado ni superficial; requiere estudios, conocimiento y una capacidad analítica que se nutre de la experiencia y la formación continua. Cada decisión tomada en el CTE está respaldada por un profundo compromiso con el aprendizaje de los estudiantes y la mejora de la calidad educativa.

Es importante que la sociedad valore y reconozca que estos procesos no son automáticos ni sencillos. Detrás de cada estrategia pedagógica implementada hay un esfuerzo colectivo que involucra análisis, debate y planificación. El personal educativo no solo necesita conocer a fondo su área, sino también debe entender las dinámicas de sus comunidades escolares y adaptar los contenidos y metodologías a las realidades del propio contexto del centro educativo. Este trabajo requiere sensibilidad, empatía y una visión integral de la educación como un proceso dinámico y en constante evolución.

Cuando se permite a las y los docentes y directivos ejercer plenamente su autonomía profesional, se les da la oportunidad de innovar y de responder de manera efectiva a los desafíos educativos. Esto no solo beneficia a sus estudiantes, sino también a la comunidad en general, pues una educación de calidad se traduce en una sociedad más justa, equitativa y preparada para el futuro. Por ello, es muy importante destacar la importancia de los estudios, el conocimiento y la experiencia del personal educativo, quienes no solo enseñan, sino que también aprenden y crecen en cada interacción pedagógica.

La educación, entendida como un acto colectivo, es el reflejo del compromiso de quienes trabajan en las escuelas. Al comprender y valorar el papel del diálogo pedagógico y la autonomía profesional en este proceso, la sociedad puede tener una visión más completa y justa del trabajo que se realiza en los centros educativos. Este reconocimiento es no solo un acto de justicia, sino también un paso esencial para construir una educación que realmente transforme vidas. Porque la educación es el camino…

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann

Doctor en Gerencia Pública y Política Social

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¿Por qué es tan importante la escucha activa para dirigir centros escolares?

Uno de los pilares fundamentales para fortalecer el trabajo directivo en los centros educativos es la capacidad de escuchar de manera efectiva. La escucha no solo implica prestar atención, sino avanzar hacia niveles más profundos que fomenten la mejora del clima escolar, la construcción de relaciones de confianza y un ambiente que favorezca el aprendizaje de niñas, niños y adolescentes.

Existen diferentes niveles de escucha que, si se trabajan de manera consciente, pueden impactar de forma positiva en el trabajo en equipo y las relaciones laborales. Estos niveles nos ayudan a movernos de una escucha enfocada en nosotros mismos, hacia una escucha que involucra el contexto, los equipos, e incluso el panorama general de nuestras comunidades educativas. El desafío es aprender a detener hábitos como interrumpir, planear respuestas mientras los demás hablan, o centrarnos únicamente en los hechos inmediatos, y en su lugar abrir espacios para reconocer patrones, conectar perspectivas y construir diálogos enriquecedores que fortalezcan el trabajo colaborativo.

Cuando la escucha se desarrolla plenamente, permite reconocer las voces menos escuchadas, entender lo dicho y lo no dicho, y generar un clima de confianza que facilita la mejora del ambiente escolar y las dinámicas de aprendizaje. Este tipo de acciones no solo benefician al equipo docente, sino que también impactan directamente en las niñas, niños y adolescentes, quienes se encuentran en un entorno más propicio para aprender y desarrollarse.

Nota importante:

Algunos de los contenidos que se comparten aquí tienen derechos de autor (copyright), sin que se haya solicitado una autorización específica de parte de la persona dueña de estos derechos. Se ofrece este material para descarga y lectura, de acuerdo a lo dispuesto bajo la doctrina globalmente aceptada de “uso apropiado”, “uso leal” o “fair use”, basada en los derechos de libertad de expresión de la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos, país donde se encuentra radicada la casa matriz de esta red social.

¿Cómo fortalecer el trabajo directivo y mejorar el ambiente escolar a través de una retroalimentación adecuada?

En los entornos educativos, la retroalimentación no es solo un proceso técnico, sino una herramienta poderosa para fortalecer las relaciones en las escuelas, mejorar el clima escolar y generar un ambiente propicio para el aprendizaje de las niñas, niños y adolescentes. Para quienes ejercen funciones directivas, comprender los elementos clave de una retroalimentación efectiva es fundamental para promover el desarrollo profesional del equipo docente y contribuir al fortalecimiento de la comunidad educativa.

  1. Protege la autoestima de la persona
    La forma en que nos comunicamos puede influir directamente en la confianza y motivación de los demás. Es importante cuidar tanto el lenguaje verbal como el no verbal, pues esto no solo respeta la dignidad de las personas, sino que también fomenta un ambiente de trabajo basado en el respeto mutuo.
  2. Valora primero lo positivo
    Resaltar los logros y fortalezas del equipo es esencial para construir confianza y disposición hacia la mejora. En el ámbito escolar, reconocer el buen desempeño es el primer paso para consolidar prácticas pedagógicas exitosas y motivar a los docentes a seguir creciendo.
  3. Céntrate en el problema, no en la persona
    Una retroalimentación clara y objetiva debe enfocarse en el comportamiento o acción que requiere mejora, sin atacar la personalidad de quien la recibe. Esta práctica favorece relaciones laborales saludables y evita conflictos innecesarios, permitiendo que el equipo se enfoque en soluciones que beneficien al centro educativo.
  4. Enfócate en el futuro, no en el pasado
    Dirigir la conversación hacia las acciones que se pueden tomar para mejorar genera un sentido de responsabilidad y compromiso. En el contexto escolar, esto impulsa una cultura de mejora continua, fortaleciendo el trabajo colaborativo y el clima de aprendizaje.

La retroalimentación efectiva no solo fortalece las capacidades individuales, sino que también tiene un impacto positivo en el ambiente escolar, mejorando la convivencia entre el personal, las familias y los estudiantes. Adoptar estas prácticas nos ayuda a crear espacios educativos más humanos y empáticos.

Aclaración: Algunos de los contenidos compartidos en esta publicación tienen derechos de autor (copyright), sin que se haya solicitado una autorización específica de la persona dueña de dichos derechos. Este material se comparte con fines de lectura y análisis, bajo la doctrina globalmente aceptada de “uso apropiado”, “uso leal” o “fair use”, basada en los derechos de libertad de expresión reconocidos por la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, país donde se encuentra radicada la casa matriz de esta red social.

Ajustes razonables

“Por “ajustes razonables” se entenderán las modificaciones y adaptaciones necesarias y adecuadas que no impongan una carga desproporcionada o indebida, cuando se requieran en un caso particular, para garantizar a las personas con discapacidad el goce o ejercicio, en igualdad de condiciones con las demás, de todos los derechos humanos y libertades fundamentales”. Artículo 2º de la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad – ONU.

La educación en los centros escolares no es una tarea uniforme ni estática; al contrario, es un esfuerzo dinámico y complejo que requiere adaptarse a las diversas realidades y necesidades de los estudiantes. En este sentido, los ajustes razonables se han convertido en una de las herramientas más poderosas para garantizar que todas las niñas, niños y adolescentes tengan acceso a una educación que responda a sus características individuales y potencialice sus capacidades.

Los ajustes razonables implican una serie de acciones personalizadas que buscan eliminar barreras para el aprendizaje y la participación. Estas pueden incluir desde modificaciones en el entorno físico, como adaptar mobiliario para estudiantes con discapacidad motriz, hasta transformaciones pedagógicas, como el uso de estrategias multisensoriales para alumnos con dislexia o lenguaje simplificado para quienes presentan discapacidades intelectuales. Estas medidas son esenciales no solo para cumplir con los derechos de inclusión educativa, sino también para fomentar un entorno donde cada estudiante se sienta valorado y capaz de alcanzar su máximo potencial.

Los ajustes razonables no se limitan a beneficiar a estudiantes con necesidades específicas. Su implementación tiene un impacto positivo en toda la comunidad escolar, ya que promueve valores como la empatía, la colaboración y el respeto por la diversidad. Al adoptar un enfoque inclusivo, las escuelas se convierten en espacios donde se enseña y se practica la equidad, contribuyendo a formar ciudadanos más conscientes y comprometidos con los principios de justicia social.

Los ajustes razonables no son simplemente estrategias pedagógicas; son expresiones concretas de un compromiso ético y profesional con la educación inclusiva. Permiten que las diferencias individuales se conviertan en oportunidades de aprendizaje y que las barreras se transformen en puentes hacia el desarrollo. Al visibilizar y valorar este trabajo, no solo estamos reconociendo la labor de los docentes y directivos, sino también fortaleciendo una visión educativa que promueve la igualdad, la justicia y el respeto por la diversidad.

En este sentido, es vital que las políticas públicas apuesten de verdad por la formación continua de profesionales de la educación, asegurando que tengan acceso a herramientas, recursos y conocimientos actualizados que les permitan responder de manera efectiva a los desafíos de la inclusión. Solo a través de esta sinergia entre el esfuerzo individual de docentes y las condiciones estructurales adecuadas, podremos construir una educación que no solo sea de calidad, sino también verdaderamente inclusiva y transformadora.

De esta manera, el compromiso con los ajustes razonables y la educación inclusiva no solo beneficia a los estudiantes directamente involucrados, sino que enriquece a toda la comunidad escolar y, por extensión, a la sociedad. La educación es el motor del desarrollo social, y garantizar que este motor funcione para todos es una responsabilidad colectiva que nos involucra como ciudadanos, como familias y como sistema educativo. Porque la educación es el camino…

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann.

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La toma de decisiones

«La calidad de las decisiones de un líder es proporcional a su capacidad de escuchar, reflexionar y considerar las perspectivas de quienes le rodean.»
– Fullan, M. (2014). The Principal: Three Keys to Maximizing Impact.

La vida al interior de los centros escolares es un reflejo de la interacción diaria entre personas reales, con emociones, ideas y desafíos particulares. El personal docente, directivo y administrativo no son piezas impersonales dentro de un sistema, sino individuos con habilidades y responsabilidades que convergen para construir el ambiente donde el aprendizaje se desarrolla. Esta realidad, muchas veces subestimada, tiene un impacto directo en el clima organizacional y, por ende, en el logro de los objetivos educativos.

El clima escolar, entendido como el ambiente emocional y profesional que impera dentro de la institución, es una variable determinante para el éxito académico. Este clima no es un elemento estático, sino que se configura a partir de la forma en que se manejan las relaciones, los conflictos y las decisiones dentro de la escuela. Aquí, el rol de la dirección escolar es central, pues no solo se trata de coordinar tareas o administrar recursos, sino de liderar con empatía, visión y estrategia.

Los directores escolares enfrentan retos constantes que requieren decisiones acertadas y oportunas. Abordar situaciones difíciles con cuidado y sensibilidad no solo contribuye a resolver los problemas inmediatos, sino que también fortalece las relaciones entre los miembros de la comunidad educativa. Una comunicación efectiva, basada en el respeto y la apertura, permite gestionar tensiones de manera constructiva, lo que a su vez refuerza la cohesión del equipo y mejora el ambiente laboral.

Por otro lado, la capacidad del líder escolar para actuar con madurez y perspectiva en los momentos más desafiantes marca una diferencia significativa. La grandeza en el liderazgo no radica en evitar los problemas, sino en enfrentarlos con claridad, buscando siempre el beneficio colectivo. Este tipo de liderazgo inspira confianza en el personal y modela conductas positivas que trascienden las relaciones internas, impactando también en el comportamiento de los estudiantes.

Además, construir relaciones de confianza con el personal no es solo deseable, sino necesario. Los docentes y demás colaboradores necesitan sentirse valorados y respaldados para dar lo mejor de sí mismos. Cuando el personal directivo confía en su equipo, delegan responsabilidades y promueven un ambiente de colaboración, se crea un espacio donde todos trabajan hacia un objetivo común: el aprendizaje significativo de sus estudiantes.

Desde la dirección escolar, la orientación del trabajo colectivo hacia la mejora continua es una tarea esencial. No se trata únicamente de gestionar procesos, sino de cultivar un sentido de propósito compartido que motive a cada miembro de la comunidad educativa a contribuir desde su ámbito de acción. Este enfoque integral no solo beneficia a la institución, sino que coloca a los estudiantes como el centro de todas las decisiones, garantizando que su bienestar y desarrollo sean siempre la prioridad.

El trabajo al interior de los centros escolares es, por tanto, una labor profundamente humana que exige sensibilidad, estrategia y compromiso. Al reflexionar sobre esta realidad, podemos reconocer que el clima organizacional y el manejo de las relaciones son factores clave para transformar las escuelas en espacios donde tanto los adultos como los estudiantes puedan crecer y prosperar. Porque la educación es el camino…

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann.

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La narrativa autobiográfica

«Los profesionales reflexionan en acción para generar nuevas comprensiones de situaciones complejas, y las narrativas son esenciales en ese proceso reflexivo.» Donald Schön

La narrativa autobiográfica es una herramienta formativa que, más allá de ser un ejercicio reflexivo, se convierte en un medio transformador para docentes. Constituye una práctica en la que las experiencias personales y profesionales se convierten en materia prima para analizar, cuestionar y redefinir el quehacer educativo. Al narrar sus vivencias, el personal docente no solo construye un registro de su trayectoria, sino que desarrollan una comprensión más profunda de su papel en el sistema educativo y de cómo sus acciones influyen en la formación integral de las niñas, niños y adolescentes.

La narrativa autobiográfica tiene varios componentes fundamentales. En primer lugar, está el análisis de la experiencia vivida, que invita al docente a identificar momentos clave en su trayectoria profesional: desafíos, aprendizajes, aciertos y fracasos. Este análisis permite construir una cronología de eventos significativos que no solo dan cuenta de su evolución profesional, sino que también revelan patrones y estrategias pedagógicas que pueden ser replicadas o transformadas.

En segundo lugar, la narrativa autobiográfica promueve la reflexión crítica. Al narrar, los docentes se detienen a cuestionar sus propias creencias, valores y enfoques educativos. Este proceso no es simplemente introspectivo; también es una oportunidad para contrastar sus vivencias con marcos teóricos, normativos y culturales, lo que fortalece su capacidad para tomar decisiones más fundamentadas.

Por último, la narrativa autobiográfica es un ejercicio de socialización del conocimiento. Cuando las historias son compartidas en espacios colectivos, como grupos de pares o comunidades de aprendizaje, se genera un diálogo enriquecedor. Este intercambio permite que las narrativas individuales se conviertan en un acervo colectivo de estrategias, reflexiones y aprendizajes que benefician no solo al narrador, sino también a otros docentes y, en última instancia, al sistema educativo en su conjunto.

La narrativa autobiográfica es una herramienta poderosa que transforma la formación y el desarrollo profesional de los docentes al fortalecer su identidad como agentes de cambio, promover el aprendizaje continuo y la innovación pedagógica, y fomentar la resiliencia frente a los desafíos emocionales y profesionales. Además, dignifica su labor ante la sociedad al revelar la complejidad de su rol, que va más allá de la enseñanza, abarcando la creación de estrategias inclusivas, el manejo de dinámicas emocionales y la promoción de entornos de aprendizaje equitativos y diversos.

Las narrativas autobiográficas revelan que la enseñanza es un acto humano, creativo y reflexivo, que requiere preparación constante y adaptación. A través de estas historias, se valora cómo las decisiones pedagógicas impactan no solo en el aprendizaje académico, sino también en la formación integral de los estudiantes. Este enfoque fomenta prácticas inclusivas y empáticas, docentes colaborativos y proyectos innovadores, transformando la dinámica escolar. Más que una herramienta reflexiva, estas narrativas conectan experiencias individuales con aprendizajes colectivos, promoviendo una educación más humana y transformadora para el beneficio de toda la sociedad. Porque la educación es el camino…

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann.

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La importancia de la salud mental

«Un entorno laboral saludable no es aquel sin desafíos, sino aquel donde los desafíos son manejables y las personas tienen los recursos para enfrentarlos.» Christina Maslach

El trabajo diario de maestras y maestros en las escuelas a pesar de que es un trabajo que muchas personas pueden ver como sencillo, implica una serie de elementos psicosociales de gran riesgo para la salus de las maestras y maestros. Las presiones por la carga administrativa, la sobrecarga de estudiantes, los tiempos extra clase que deben dedicar para la planeación, revisión de trabajos, evaluaciones, así como las interacciones con sus compañeras ycompañeros, así como con padres de familia hacen que el trabajo pueda ser comprometedor en el ámbito de su trabajo.

En el ámbito laboral, la salud mental ha emergido como un tema prioritario en las últimas décadas, especialmente en contextos donde las dinámicas de trabajo suelen estar cargadas de estrés y presiones constantes. En este marco, se han desarrollado normativas específicas para atender este problema, como la Norma Oficial Mexicana 035 (NOM-035), cuyo propósito es prevenir y gestionar los riesgos psicosociales en los centros laborales. La norma, denominada Factores de riesgo psicosocial en el trabajo implica la identificación, análisis y prevención y fue publicada en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el 23 de octubre de 2018 y entró en vigor el 23 de octubre de 2019. Esta norma fue emitida por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) en México, con el objetivo de establecer disposiciones para prevenir los factores de riesgo psicosocial en los lugares de trabajo y promover un entorno organizacional favorable. 

Esta norma, aunque bien intencionada, ha enfrentado desafíos significativos en su implementación práctica, dejando muchas áreas de oportunidad para su aplicación efectiva, particularmente en el sector educativo. Entre estos riesgos se incluyen el estrés excesivo, la falta de reconocimiento laboral, las cargas desmedidas de trabajo y las condiciones adversas en el entorno laboral que impactan negativamente el bienestar emocional. Aunque la norma establece lineamientos claros, en la práctica, su alcance ha sido limitado debido a una implementación deficiente y, en muchos casos, a una falta de conocimiento técnico, desconocimieto y falta de políticas públicas de los diferentes niveles de gobierno sobre cómo llevarla a cabo de manera adecuada.

En el sector educativo, los desafíos en torno a la salud mental son especialmente preocupantes. El personal docente, directivo, administrativo y demás colaboradores en este ámbito suelen enfrentar altas cargas de trabajo, presiones para cumplir con sus responsabilidades, y una constante interacción con estudiantes y familias que, si bien es gratificante, también puede ser emocionalmente demandante. Estos factores aumentan el riesgo de estrés, agotamiento y problemas de salud mental si no se gestionan de manera adecuada. Sin embargo, la adopción de la NOM-035 en las organizaciones educativas ha sido, en gran medida, superficial en muchas organizaciones del sector público, no se diga en el educativo, dejando a muchas personas expuestas a entornos laborales que no favorecen su bienestar.

La salud mental de los trabajadores en el ámbito educativo no es un lujo, sino una necesidad fundamental. Los problemas psicosociales no solo afectan a los individuos, sino también a la calidad de los servicios educativos que se ofrecen.. Un docente con estrés crónico o burnout puede tener dificultades para desempeñar su labor con eficacia, lo que repercute directamente en la experiencia de aprendizaje de los estudiantes. Además, la falta de apoyo institucional para gestionar estos problemas perpetúa un ciclo de insatisfacción laboral, ausentismo y rotación de personal, lo que debilita aún más al sistema educativo.

Para cambiar esta realidad, es crucial retomar con seriedad la implementación de la NOM-035 en las instituciones educativas. Esto implica no solo cumplir con los requisitos normativos, sino también adoptar un enfoque más integral que priorice la salud mental de todos los trabajadores. Las políticas públicas deben orientarse hacia la promoción de programas de bienestar que no se limiten a acciones superficiales o campañas de marketing, sino que realmente transformen las condiciones laborales. Esto incluye la evaluación periódica de los riesgos psicosociales, la capacitación de personal de las secretarías de educación federal y de las entidades, así como el personal directivo para identificar y gestionar estos problemas, y, por tanto, la creación de entornos de trabajo más saludables y equitativos.

De igual manera, es necesario implementar programas de bienestar, fomentar espacios de diálogo y asegurar que el personal educativo cuente con recursos para manejar el estrés, así como estrategias que, a largo plazo, generan beneficios tanto para las personas, para la institución y por consiguiente, para el aprendizaje de sus estudiantes. 

La NOM-035 representa una oportunidad valiosa para transformar las condiciones laborales y promover una cultura de bienestar en las organizaciones educativas. Sin embargo, para que esta norma cumpla su propósito, es indispensable un compromiso real por parte de todos los actores involucrados: gobiernos, sindicato, directivos, docentes y especialistas en salud mental. Solo a través de una acción conjunta y sostenida se podrá garantizar que las personas que trabajan en nuestras escuelas puedan contar con las condiciones necesarias para desempeñarse plenamente y contribuir al desarrollo de una sociedad más saludable y equitativa. Por que la educación, es el camino…

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann.

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La narrativa pedagógica

«Las historias que contamos son nuestras herramientas más poderosas para dar sentido a nuestras vidas. En la educación, las narrativas abren caminos para que los estudiantes y docentes descubran nuevas formas de aprender y enseñar.» Margaret Atwood

La manera en que hablamos en el día a día es muy diferente de la que un docente aborda los contenidos por que tiene una intencionalidad, la construcción de un sentido para las niñas, niños y jóvenes, que permite orientar y conjuntar los saberes, experiencias y contenidos para que puedan construir un significado específico en cada una de sus mentes.

La narrativa pedagógica se presenta como una estrategia clave para dar sentido y estructura a las experiencias dentro de los centros educativos, al mismo tiempo que sirve como un puente para que la sociedad comprenda la labor multifacética del personal docente. Este enfoque no solo permite sistematizar experiencias, sino también reflexionar sobre ellas, extrayendo aprendizajes significativos que beneficien el desarrollo integral de niñas, niños y adolescentes.

En el corazón de la narrativa pedagógica radica la capacidad del personal educativo para convertirse en observadores críticos de su entorno, documentando los desafíos y logros que se viven cotidianamente en los espacios escolares. Estas historias son herramientas poderosas para comprender los procesos de aprendizaje desde una perspectiva más humana, reflejando no solo los métodos pedagógicos, sino también las emociones, decisiones y contextos que los moldean.

La importancia de esta práctica radica en su potencial para construir una memoria pedagógica, preservando y compartiendo el conocimiento generado en el aula. Cada relato es una pieza invaluable en la comprensión de cómo se produce el aprendizaje, cómo se enfrentan los conflictos y cuáles son las estrategias que realmente logran impactar en la vida de los estudiantes. En este sentido, la narrativa pedagógica no es únicamente un ejercicio académico, sino una práctica con un impacto tangible en la vida escolar y social.

Sin embargo, para que esta herramienta sea efectiva, es indispensable que el personal en las escuelas cuente con los estudios, conocimientos, habilidades y experiencia necesarios. La preparación docente no solo implica manejar contenidos curriculares, sino también desarrollar competencias para identificar el momento adecuado en el que una herramienta pedagógica, como la narrativa, puede ser utilizada para enriquecer el proceso educativo.

Por otro lado, la sociedad en general, muchas veces alejada del quehacer cotidiano de los centros educativos, puede no ser consciente de la complejidad y riqueza del trabajo docente. Es fundamental abrir espacios de diálogo y reflexión que permitan visibilizar estas prácticas, promoviendo un mayor entendimiento y reconocimiento del esfuerzo que implica favorecer el aprendizaje desde una perspectiva integral y contextualizada.

La narrativa pedagógica es un ejemplo claro de cómo la labor docente trasciende la simple transmisión de conocimientos. Es una muestra del compromiso del personal educativo por innovar y adaptarse a las necesidades de sus estudiantes, utilizando herramientas que no solo enriquecen el aprendizaje, sino que también fortalecen el vínculo entre la escuela y la sociedad. Este tipo de prácticas demuestran que la educación no es solo un proceso técnico, sino un acto profundamente humano, donde cada historia contada y cada experiencia compartida tienen el poder de transformar vidas. Porque la educación es el camino…

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann.

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Escuelas exitosas

«Una escuela exitosa es aquella donde todos los miembros comparten una visión clara y trabajan hacia objetivos comunes que beneficien a los estudiantes.» – Hargreaves, A., y Fullan, M.

En muchas ocasiones, al buscar una escuela en la cual puedan estudiar nuestros hijos, en general nos orientamos por los aspectos visibles o el boca a boca que siempre llega por parte de familiares y amigos, sin embargo, tal vez lo que percibamos, no es necesariamente lo que coincide con las características de una escuela exitosa, orientada al aprendizaje de las niñas, niños y jóvenes.

En la búsqueda de estas escuelas, es fundamental replantear nuestra percepción como sociedad sobre lo que realmente define a una «buena escuela». Aunque muchas veces asociamos la calidad educativa con ciertas características, lo cierto es que estudios realizados por organizaciones serias como la OCDE y la UNESCO entre otras, revelan que las características clave de las escuelas donde los estudiantes realmente aprenden van mucho más allá de estos aspectos superficiales.

En primer lugar, el liderazgo profesional emerge como un pilar fundamental. Las escuelas exitosas cuentan con directores que no solo gestionan de manera firme y decidida, sino que también promueven un enfoque participativo, involucrando a todo el equipo docente en la toma de decisiones y el desarrollo de estrategias. Este tipo de liderazgo fomenta un sentido de pertenencia y responsabilidad colectiva que impacta directamente en el aprendizaje.

Por otro lado, una visión y objetivos compartidos son esenciales para establecer un propósito claro y unificado en la comunidad educativa. Este compromiso se refleja en prácticas consistentes y en la colaboración colegiada, donde tanto docentes como estudiantes y familias trabajan hacia metas comunes. Estas escuelas también priorizan un ambiente de aprendizaje propositivo, caracterizado por un entorno ordenado y atractivo que motiva tanto a estudiantes como docentes.

La enseñanza con propósito y el enfoque en el aprovechamiento del tiempo son igualmente cruciales. Estas instituciones valoran no solo el contenido académico, sino también la estructura y la adaptabilidad de las lecciones, asegurando que se atiendan las diversas necesidades de los estudiantes. Además, establecen expectativas elevadas y fomentan el refuerzo positivo, creando una cultura escolar donde cada estudiante se siente valorado y desafiado a alcanzar su máximo potencial.

Otro aspecto clave es el seguimiento constante del desempeño, tanto de estudiantes como de la institución en su conjunto. Este monitoreo no solo permite ajustar estrategias pedagógicas, sino que también envía un mensaje claro a estudiantes sobre la importancia de su progreso y esfuerzo. Asimismo, las escuelas exitosas fortalecen los derechos y responsabilidades de estudiantes, promoviendo la autoestima, la participación activa y la autonomía en la gestión de su propio aprendizaje.

Algo más es que la colaboración entre el hogar y la escuela, junto con la formación continua del personal, subraya la importancia de una comunidad educativa integrada, cuando los padres participan activamente en el proceso educativo y el personal docente recibe capacitación constante, se crea un entorno propicio para el desarrollo académico y personal de los estudiantes.

Así, las escuelas verdaderamente efectivas trascienden los estereotipos comunes y se enfocan en elementos esenciales que impactan directamente en el aprendizaje y bienestar de sus estudiantes. La transformación comienza con un entendimiento más profundo de estos factores y un compromiso colectivo para implementarlos en nuestras escuelas. Porque la educación es el camino…Felices fiestas y feliz año 2025…

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann.

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La formación del pensamiento

«El aprendizaje humano presupone una naturaleza social específica y un proceso mediante el cual los niños acceden al pensamiento y comportamiento de la cultura en la que nacen.» Lev Vygotsky

La educación es sinónimo de la formación de las nuevas generaciones, con ello, estaremos dando forma a lo que deseamos como sociedad para el mañana y, por tanto, resulta imprescindible, encontrar la manera de promover las mejores formas de pensmaineto no solo en el ámbito académico, sino aspectos mucho má simportantes como un pensamiento para una mejor convivencia y resolución de problemas en conjunto, con habilidades blandas que hoy tanto anhelamos. En ello, no solo se trata de que alguien se pare frente a un grupo y les haga un monólogo con todos los ocnocimientos, intencionalmente hay que trabajar para encontrar la forma en que se pueda generar esta situación.

Así, en el mundo educativo, una de las mayores responsabilidades de los centros escolares es preparar a las niñas, niños y adolescentes para enfrentar los retos de un entorno cada vez más dinámico y exigente. En este contexto, el aprendizaje no puede limitarse a la mera acumulación de información, sino que debe enfocarse en el desarrollo de distintas formas de pensamiento que fortalezcan habilidades esenciales para la vida, como la capacidad de resolver problemas, tomar decisiones fundamentadas y responder con creatividad a situaciones complejas.

El personal docente no solo transmite conocimientos, sino que actúa como arquitecto de habilidades fundamentales para la vida. El desarrollo de diversos tipos de pensamiento –como el reflexivo, crítico, creativo, lógico y práctico, entre otros– es el resultado de una labor pedagógica intencionada y minuciosa. Esto requiere de un profundo conocimiento por parte del personal educativo para identificar qué estrategias y herramientas utilizar en momentos específicos, atendiendo las necesidades individuales de cada estudiante.

Cada uno de estos enfoques de pensamiento tiene un propósito particular. Por ejemplo, el pensamiento analítico ayuda a descomponer problemas en sus componentes para entenderlos mejor, mientras que el pensamiento deliberativo permite evaluar opciones antes de actuar. Estas formas de pensamiento no surgen de manera espontánea; son el fruto del diseño pedagógico fundamentado en teorías y prácticas educativas que los docentes, con su experiencia y formación, implementan en el aula.

En un entorno escolar, el personal docente tienen la capacidad de ser verdaderos catalizadores del desarrollo personal, académico y social de sus estudiantes. Sin embargo, para lograr este objetivo, es crucial entender que se necesita de una profunda preparación por lo que e simportante reconocer que detrás de cada decisión pedagógica existe un marco de estudios, investigaciones y años de experiencia. Es esta preparación la que les permite promover en sus estudiantes no solo el aprendizaje académico, sino también habilidades para la vida que tendrán un impacto duradero.

Por lo tanto, como sociedad, debemos adoptar una visión más integral sobre el trabajo que se realiza en las escuelas. Es fundamental comprender que la labor educativa va mucho más allá de enseñar contenidos curriculares; implica también nutrir mentes capaces de analizar, crear, decidir y adaptarse al mundo real. Reconocer y apoyar este esfuerzo es clave para construir un futuro donde las niñas, niños y adolescentes estén equipados con las herramientas necesarias para superar los desafíos que enfrenten, convirtiéndose en ciudadanos plenos y responsables. Porque la educación, es el camino…

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann.

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La atención dispersa

«La atención es el proceso que nos permite focalizar la mente en un objeto o actividad, pero cuando esta capacidad se dispersa, el rendimiento intelectual y práctico se diluye.» William James

En muchas ocasiones, al interior de los centros educativos, centrar la atención para el aprendizaje no solo es deseable, sino que se considera imprescindible para poder desarrollar las actividades escolares, sin embargo, hoy en día son múltiples las distracciones a las que se exponen las niñas niños y adolescentes, más cuando existe una situación específica que les lleva a perder la concentración con facilidad, ya que no siempre el tema de aprendizaje, corresponde con el interés del momento, por las múltiples circunstancias de lo que les sucede en su vida personal, familiar, de amistades, etc.

El trabajo que se realiza en los centros educativos para garantizar el aprendizaje efectivo de niñas, niños y adolescentes es una labor multifacética que requiere no solo vocación, sino también conocimientos sociales, biológicos, de aprendizaje y otros especializados,además de experiencia y estrategias pedagógicas adecuadas. Un ejemplo claro de ello es la atención a las dificultades relacionadas con la concentración, como el caso de la atención dispersa. Este tipo de situaciones, que podrían parecer simples distracciones, son en realidad desafíos significativos que afectan el desarrollo académico y cotidiano de los estudiantes, y en ocasiones, de otros integrantes del grupo.

En este sentido, es fundamental que los docentes no solo detectan estos casos, sino que actúen como agentes clave para intervenir de manera oportuna y efectiva. Es fundamental entender que las dificultades de atención no son sinónimo de incapacidad para aprender. Más bien, reflejan la necesidad de estrategias personalizadas que fomenten la conciencia y el esfuerzo voluntario en actividades específicas. Aquí radica la importancia de la formación continua y el uso de herramientas pedagógicas basadas en la evidencia científica.

El personal en las escuelas, en una parte importante, consciente de la diversidad de sus estudiantes, implementa acciones específicas para intervenir en estas particularidades. Desde actividades que estimulan la concentración hasta la creación de entornos de aprendizaje dinámicos y motivadores, los educadores trabajan para garantizar que cada estudiante reciba el apoyo necesario. Esto incluye acciones como fomentar la organización, usar ayudas visuales o involucrar a las familias para reforzar hábitos de atención en el hogar.

La sociedad en general muchas veces desconoce el nivel de preparación y la labor constante que necesita el personal docente para garantizar un entorno inclusivo y propicio para el aprendizaje  de sus estudiantes, independientemente de los desafíos. Reconocer este esfuerzo y valorar el impacto que tiene en la formación de las nuevas generaciones es esencial para comprender el papel transformador de la educación.

Por ello, es imprescindible apoyar a los centros educativos y al personal docente en su misión de desarrollar las habilidades necesarias en los estudiantes para enfrentar los retos de la vida. La atención a estas problemáticas específicas no solo mejora el desempeño académico, sino que también forma ciudadanos más conscientes, seguros y capaces de gestionar sus propias dificultades de manera efectiva. Porque la educación es el camino…

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann.

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Zona de Desarrollo Próximo

«La Zona de Desarrollo Próximo es el espacio en el que el aprendizaje ocurre de manera óptima, cuando los educadores pueden guiar a los estudiantes desde lo que ya saben hacia lo que están a punto de descubrir.» Luis C. Moll

Uno de los elementos que más influyen en el trabajo docente, y que poco se conocen en la sociedad, es la oportunidad para intervenir de manera profesional en el desarrollo de las niñas, niños y adolescentes acorde a la necesidad específica en el momento preciso en que se necesita, para ello, se necesita contar con un bagaje muy importante de herramientas profesionales en el ámbito social, psicológico, biológico y de herramientas para el aprendizaje. Una de ellas es el conocimiento, en el marco del constructivismo, es la zona de desarrollo próximo.

La Zona de Desarrollo Próximo (ZDP) de Lev Vygotsky es un concepto esencial, que subraya la importancia de la interacción social y el rol del docente en el proceso de aprendizaje. Este concepto se refiere al espacio donde se encuentran las habilidades y conocimientos que un niño aún no domina por completo pero que puede alcanzar con la guía y el apoyo adecuado de un adulto o un compañero más competente. Esta idea sugiere que el aprendizaje es un proceso social, en el que la mediación de una figura más experta es crucial para que el estudiante pueda avanzar más allá de sus capacidades actuales.

En el proceso de enseñanza-aprendizaje de niñas, niños y adolescentes, la comprensión y aplicación de la ZDP permite a docentes intervenir de manera efectiva y oportuna, adaptando su enfoque pedagógico a las necesidades individuales de cada estudiante. Esto es especialmente importante porque reconoce que cada estudiante tiene un ritmo y una manera única de aprender, y que el rol docente es facilitar el progreso mediante la identificación de estas zonas de desarrollo y la provisión del apoyo necesario.

Este apoyo, conocido como andamiaje, es una de las herramientas clave en este enfoque. Se trata de proporcionar un soporte temporal que ayuda a estudiantes a realizar tareas que no podría completar de manera independiente. A medida que cada estudiante gana confianza y competencia, el apoyo se retira gradualmente, permitiendo al estudiante asumir un mayor control de su aprendizaje.

Además, la ZDP resalta la importancia del aprendizaje social, colaborativo. Al trabajar en pares o en grupos, los estudiantes pueden aprender de sus compañeros, quienes pueden actuar como modelos o guías dentro de su ZDP. Esto no solo enriquece el proceso de aprendizaje, sino que también fomenta un ambiente de cooperación y apoyo mutuo.

Así, la labor docente en este contexto es la de un facilitador que, al comprender la ZDP de cada estudiante, puede ofrecer el apoyo adecuado en el momento preciso. Este enfoque no solo mejora los resultados académicos, sino que también promueve un desarrollo integral, ayudándoles a alcanzar su máximo potencial.

La aplicación del concepto de la ZDP en la educación infantil y adolescente es fundamental para un proceso de enseñanza-aprendizaje efectivo. Permite una intervención pedagógica más precisa y adaptada a las necesidades individuales, fomenta la autonomía del estudiante, y fortalece las habilidades sociales a través del aprendizaje colaborativo. Porque la educación es el camino…

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann.

Doctor en Gerencia Pública y Política Social

https://manuelnavarrow.com

manuelnavarrow@gmail.com

Los ejes articuladores

«Los ejes articuladores son una herramienta pedagógica que promueve un aprendizaje ético y crítico, evitando la reproducción de desigualdades y exclusiones, conectando la enseñanza con la realidad cotidiana de las y los estudiantes» (SEP, 2022)

Para las personas que no tienen cercanía con el trabajo que se hace al interior de los centros educativos pudiera parecer intrascendente, sin embargo, con el cambio en el plan y programas de estudio, vienen consigo una serie de elementos que hacen una gran diferencia, no solo por el contenido, que es necesario siempre estar actualizando, sino por la manera de abordarse, ya que ello trae consigo cambios muy importantes en la formación de las niñas, niños y adolescentes a lo largo de su vida, como es el caso de los ejes articuladores que se integran en lo que se ha llamado la Nueva Escuela Mexicana (NEM).

Los ejes articuladores representan un pilar fundamental dentro del marco de la NEM, ya que trascienden el enfoque tradicional de los contenidos curriculares para erigirse como herramientas transformadoras del entorno educativo. Su implementación no solo orienta el aprendizaje hacia un desarrollo integral de niñas, niños y adolescentes, sino que también los sitúa como agentes de cambio en sus comunidades. Estos ejes, como Inclusión, Pensamiento Crítico, Igualdad de Género e Interculturalidad Crítica, entre otros, establecen un puente entre los saberes académicos y las problemáticas sociales, económicas y culturales que enfrentan los estudiantes en su vida cotidiana​.

Al vincular la enseñanza con la realidad contextual de las y los estudiantes, los ejes articuladores promueven una aproximación ética al aprendizaje, evitando que las desigualdades y exclusiones se reproduzcan dentro del ámbito escolar. Esta perspectiva ética es esencial para que el aprendizaje trascienda el aula y permita a las y los estudiantes reflexionar críticamente sobre su entorno, cuestionar las estructuras que perpetúan las inequidades y desarrollar proyectos que respondan a las necesidades de su comunidad​.

En el contexto de la Nueva Escuela Mexicana, los ejes articuladores no solo amplían las posibilidades de aprendizaje, sino que también potencian la creatividad y el pensamiento crítico. Estos ejes no deben ser vistos como meros contenidos, sino como herramientas integradoras que permiten abordar problemas reales desde múltiples perspectivas. Por ejemplo, el eje de Inclusión nos invita a cuestionar las barreras que impiden el acceso equitativo a la educación, mientras que el de Igualdad de Género desafía las construcciones sociales que limitan el desarrollo de niñas y mujeres en el ámbito escolar​.

El carácter humanista de los ejes articuladores resalta su importancia en la formación de ciudadanos comprometidos con la justicia social y la transformación de sus realidades. Al promover una lectura crítica del entorno, los ejes ayudan a construir una visión comunitaria donde los aprendizajes estén en constante diálogo con los valores de solidaridad, respeto y equidad. Esto no solo fortalece el desarrollo personal de las y los estudiantes, sino que también contribuye a construir comunidades mas justas e inclusivas​.

Los ejes articuladores son una innovación curricular que, lejos de ser un complemento, constituyen el núcleo integrador del aprendizaje en la Nueva Escuela Mexicana. Su capacidad para articular conocimientos, valores y habilidades, mientras conectan los saberes con la realidad, los posiciona como un elemento esencial para garantizar que el aprendizaje en las aulas tenga un impacto significativo en la vida de los estudiantes y sus comunidades​. Porque la educación es el camino…

Emociones y aprendizaje

“La ciencia ha demostrado que las emociones pueden facilitar o inhibir el aprendizaje. El cerebro emocional tiene un poder asombroso sobre la capacidad de prestar atención, de memorizar y de aplicar lo aprendido”. Richard Davidson (The Emotional Life of Your Brain, 2012)

El trabajo docente, en su esencia, requiere una toma de decisiones constante que se despliega tanto en el ámbito académico como en el emocional. El entorno escolar está marcado por la interacción diaria con estudiantes que atraviesan una diversidad de experiencias emocionales. Así, cada día presenta la oportunidad para que docentes no solo gestionen el aprendizaje desde una perspectiva técnica, sino también emocional. La integración de las emociones en los procesos de enseñanza-aprendizaje no solo enriquece la experiencia educativa, sino que también profundiza en la comprensión que los estudiantes tienen de sí mismos y de los contenidos que abordan.

Cuando las y los docentes reconocen el valor de las emociones, y lo que estas representan en la vida cotidiana de sus estudiantes, no solo se abre un espacio para el desarrollo emocional saludable, sino que también se maximiza el potencial de aprendizaje. La emoción no es un accesorio a la tarea académica, sino un motor que la impulsa. Mientras más grande es la emoción que conecta, mayor es el aprendizaje. Las investigaciones demuestran que a mayor intensidad emocional, mayor es la capacidad de recordar y conectar la información. Un estudiante que experimenta alegría, sorpresa o incluso frustración controlada, en un ambiente seguro, está mejor posicionado para incorporar conocimientos de manera significativa.

Es en este proceso gradual, que el personal docente desempeña un papel central. Al facilitar un espacio donde las emociones son reconocidas, expresadas y comprendidas, se forja una cultura educativa en la que el aprendizaje se vuelve no solo un proceso cognitivo, sino una experiencia integral que abarca cuerpo, mente y emociones. El desafío radica en encontrar maneras de integrar conscientemente esta dimensión emocional en las prácticas pedagógicas diarias, generando entornos donde los estudiantes no solo aprendan sobre el mundo que los rodea, sino también sobre sus propias emociones y cómo gestionarlas para potenciar su aprendizaje.

El manejo adecuado de las emociones dentro del aula puede, además, servir como una herramienta poderosa para mejorar el rendimiento académico. Un docente que sabe interpretar las señales emocionales de sus estudiantes, y que emplea estrategias pedagógicas que apelan a las emociones positivas, está en mejor posición para motivar y guiar a los estudiantes hacia un aprendizaje más profundo y duradero. Así, la educación emocional no es una tarea aparte de la labor docente, sino un proceso inseparable que, bien llevado, puede transformar la vida académica y personal de los estudiantes. Porque la educación es el camino…

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann.

Doctor en Gerencia Pública y Política Social

https://manuelnavarrow.com

manuelnavarrow@gmail.com

Situaciones de aprendizaje

«Diseñar situaciones de aprendizaje significa crear oportunidades para que los estudiantes participen activamente en su propio proceso formativo, enfrentándose a retos reales y significativos.» Jonassen, D. H. (1994). Learning with Technology.

El trabajo que se realiza en los centros educativos es mucho más complejo y dinámico de lo que muchas personas suelen percibir. En las aulas, los docentes enfrentan retos significativos para planificar, organizar y ejecutar actividades que realmente impacten el aprendizaje de las niñas, niños y adolescentes. Este proceso no se deja al azar, sino que implica una profunda reflexión, basada en estudios, conocimiento, experiencia y la habilidad de implementar herramientas pedagógicas adecuadas en el momento preciso.

Uno de los elementos clave que utilizan los educadores son las situaciones de aprendizaje, un enfoque estructurado que integra diversos componentes fundamentales para promover un aprendizaje significativo. Las situaciones de aprendizaje se construyen a partir de un diseño estructurado que inicia con la introducción, donde se establece el marco general, especificando título, nivel educativo, temporalización y sesiones requeridas. Este primer paso da sentido y dirección al proceso educativo. Luego, se desarrolla la justificación, que explica la relevancia de la propuesta, los retos a resolver y los productos esperados, vinculando las actividades con las necesidades del alumnado. Los elementos curriculares constituyen el eje técnico, definiendo objetivos, competencias, criterios de evaluación y saberes básicos, asegurando la alineación con los planes educativos y su pertinencia académica.

A partir de estos fundamentos, se diseñan actividades enfocadas en estimular la participación, el pensamiento crítico y la colaboración. También se considera la atención a la diversidad, incorporando medidas como el Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA), para garantizar la equidad e inclusión. La evaluación se organiza en tres momentos: inicial, formativa y final, promoviendo un análisis reflexivo sobre los logros y ajustes necesarios. Además, se planifican los recursos, espacios y uso de TIC para optimizar el aprendizaje, complementándose con conclusiones y anexos que consolidan el proceso y lo documentan para futuras aplicaciones.

La capacidad del personal docente para adaptar las herramientas pedagógicas y responder a la diversidad en el aula es crucial. Más allá de diseñar actividades, los docentes deben prever cómo atenderán las distintas necesidades educativas, aplicando pautas de atención a la diversidad, como las establecidas en el Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA), para asegurar que ningún estudiante quede rezagado.

Además, este enfoque holístico exige un dominio de técnicas de evaluación que no solo midan resultados finales, sino que también evalúen procesos iniciales y formativos. Es una labor que requiere sensibilidad, creatividad y un conocimiento profundo de las teorías del aprendizaje, así como de las dinámicas sociales y emocionales presentes en el aula.

El trabajo docente no se limita a la implementación de estrategias; también incluye la organización de materiales, espacios y tiempos que optimicen los resultados, así como la reflexión constante sobre las prácticas realizadas. Todo ello demuestra que la labor educativa va mucho más allá de transmitir contenidos: es un arte y una ciencia que, bien ejecutada, transforma vidas.

Es crucial que la sociedad valore y reconozca el papel de los docentes, no solo como transmisores de conocimiento, sino como arquitectos de experiencias significativas de aprendizaje. Las situaciones de aprendizaje son un ejemplo claro de cómo los educadores utilizan herramientas complejas para crear entornos de aprendizaje inclusivos y efectivos. Esto subraya la necesidad de invertir en la formación y desarrollo profesional del personal docente, ya que su experiencia y preparación son fundamentales para el éxito de cualquier sistema educativo.