La dirección escolar. El segundo factor en importancia para el aprendizaje

En el corazón de cada escuela hay una figura clave que, aunque muchas veces trabaja tras bambalinas, tiene un impacto profundo en los aprendizajes de las y los estudiantes: la persona que ejerce el liderazgo directivo. De acuerdo con Ken Leithwood y sus colaboradores, después de la calidad de la enseñanza en el aula, el liderazgo escolar es la segunda influencia más importante en los logros educativos de los estudiantes. Esta afirmación nos invita a reflexionar sobre el papel fundamental que tienen quienes dirigen los centros escolares y cómo su forma de liderar puede transformar positivamente el entorno educativo.

Cuando el liderazgo escolar se orienta hacia el fortalecimiento de los equipos docentes, la mejora en la convivencia diaria y el acompañamiento cercano de los procesos de enseñanza y aprendizaje, se generan condiciones propicias para que florezcan tanto los aprendizajes como las relaciones humanas. No se trata de imponer una lógica administrativa o de control, sino de inspirar una cultura de colaboración, diálogo y compromiso con el bienestar de todos los miembros de la comunidad escolar.

El fortalecimiento del trabajo directivo no solo permite orientar con claridad el rumbo de la escuela, sino que también impulsa la mejora del ambiente laboral, la confianza entre pares y la participación activa de docentes, estudiantes y familias. Esto repercute directamente en un clima escolar más armónico, donde niñas, niños y adolescentes se sienten seguros, motivados y capaces de aprender con entusiasmo.

Por ello, es indispensable que quienes asumen la tarea de dirigir una escuela reconozcan el valor que tiene su labor para propiciar entornos que favorezcan aprendizajes profundos y significativos. El liderazgo escolar no es solo una función técnica, sino una oportunidad para construir comunidad, para inspirar y para dejar una huella positiva en la vida de cada estudiante.

A quienes están en esa tarea diaria de acompañar, guiar y transformar, este mensaje es también un reconocimiento. Porque cada decisión, cada escucha atenta y cada gesto de apoyo puede marcar una diferencia duradera en el camino formativo de quienes más lo necesitan.

El bullying en los centros escolares

«La violencia escolar no es solo un problema de los estudiantes. Es una falla de toda la comunidad educativa para construir relaciones basadas en el respeto y la dignidad.»— Catherine Blaya

Las escuelas, esos espacios que nos evocan aprendizaje, alegría, amistades y desarrollo, también son escenarios complejos donde la convivencia entre niñas, niños y adolescentes se convierte en un reto cotidiano. Más allá de los libros de texto, de los exámenes y de los patios llenos de risas, se libra otra batalla silenciosa: la de proteger la dignidad, la integridad y el bienestar emocional de cada estudiante. Una batalla que muchas veces pasa desapercibida, pero que consume energías, decisiones y compromisos por parte de quienes forman parte de la comunidad educativa.

Hablar del acoso entre estudiantes es tocar una fibra sensible del entramado social. No se trata de un conflicto simple entre menores ni de una serie de “bromas pesadas” que se deben dejar pasar. Se trata de una dinámica violenta que se expresa de muchas formas: con golpes o empujones reiterados, con burlas constantes, con la exclusión deliberada de un grupo, con amenazas, chantajes emocionales o incluso con la difusión de imágenes humillantes a través de redes sociales. Cada forma tiene rostro y consecuencias; cada acto puede dejar una huella indeleble en la historia personal de quienes lo sufren.

Un hecho aislado puede ser parte de una diferencia natural entre niñas, niños o adolescentes. Pero cuando una conducta es intencional, repetitiva y se da en un contexto de desigualdad de poder, estamos ante un patrón de acoso que avanza hacia el ámbito legal y que no se puede ignorar. En estos casos, se activa un proceso de atención que involucra la documentación cuidadosa de los hechos, la escucha a las partes involucradas, la aplicación de medidas de protección y la búsqueda de soluciones restaurativas que permitan reparar el daño y reconstruir vínculos sociales. Documentar no es solo un trámite: es una necesidad, es un acto de justicia, una forma de proteger a la víctima, al personal de la institución y de garantizar la transparencia del proceso.

Sin embargo, este esfuerzo desde el interior de la escuela no puede prosperar si no hay un respaldo sólido desde el entorno familiar. El papel de madres, padres o tutores es crucial. Su involucramiento no solo aporta información valiosa sobre lo que ocurre fuera del aula, sino que refuerza en sus hijas e hijos la importancia de expresarse, de pedir ayuda y de no quedarse callados. Pero también implica asumir responsabilidades cuando su hijo o hija ha ejercido violencia: escuchar, reconocer y colaborar en el proceso de restauración y aprendizaje.

Las escuelas están obligadas legal y éticamente a actuar. Es fundamental entender que lo que ocurre entre niños y adolescentes en las escuelas no es un mundo aparte. Es el reflejo de lo que como sociedad permitimos, alimentamos o corregimos. Cada omisión adulta, cada mirada que se aparta, cada silencio que evita incomodidades, puede reforzar una situación de acoso que deja marcas profundas. Pero también, cada acción informada, cada gesto de cuidado, cada palabra justa y cada intervención oportuna, puede marcar la diferencia y cambiar una historia.

Por eso, cuando se habla de bullying o acoso, no se trata solo de estadísticas o de noticias alarmantes. Se trata de niñas, niños y adolescentes que viven, aprenden y se forman todos los días en nuestras escuelas. Se trata de honrar su derecho a crecer sin miedo, a ser respetados por quienes son, y a saber que hay adultos que sí los ven, sí los escuchan y sí los protegen. Porque la educación es el camino…

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann.

Doctor en Gerencia Pública y Política Social

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El currículum integrado

“Lo que realmente importa en la educación es la comprensión profunda, no solo la memorización superficial.” David Perkins

La educación es un proceso complejo que requiere un conocimiento profundo de las estrategias pedagógicas más efectivas para potenciar el aprendizaje de niñas, niños y adolescentes. A menudo, quienes no están directamente involucrados en el ámbito educativo desconocen la riqueza de enfoques y metodologías que se implementan en las aulas para garantizar una educación significativa y pertinente. Uno de estos enfoques es el currículum integrado, una estrategia que busca superar las limitaciones de la enseñanza tradicional y fomentar una formación más holística y conectada con la realidad.

En la educación tradicional, el conocimiento suele impartirse de manera fragmentada, dividiendo las materias en asignaturas aisladas, lo que puede dificultar la comprensión profunda de los temas. Se prioriza la memorización de contenidos sobre la construcción de aprendizajes significativos, lo que genera una desconexión entre lo que se aprende en la escuela y los problemas reales de la sociedad. Esto ha llevado a una necesidad urgente de replantear la manera en que se diseña e imparte la enseñanza, buscando alternativas que permitan un aprendizaje más integral y aplicable a la vida cotidiana.

El currículum integrado responde a esta necesidad al proponer un modelo de enseñanza en el que los conocimientos de distintas disciplinas se relacionan y se contextualizan dentro de situaciones reales. No se trata solo de acumular información, sino de desarrollar habilidades críticas, fomentar la autonomía en el aprendizaje y conectar el conocimiento con la realidad de los estudiantes. Esta estrategia busca que los contenidos no sean vistos como elementos aislados, sino como piezas de un mismo rompecabezas que ayudan a comprender mejor el mundo en el que vivimos.

Para llevar a la práctica un currículum integrado, se requieren métodos de enseñanza innovadores que rompan con la rigidez de la educación convencional. Los proyectos interdisciplinarios, el estudio de casos reales, la resolución de problemas, los espacios de debate y la conexión con la comunidad son herramientas fundamentales para consolidar este enfoque. No se trata solo de enseñar desde el aula, sino de llevar el aprendizaje a otros contextos, generando experiencias significativas que permitan a los estudiantes aplicar lo aprendido en su entorno.

Los beneficios de este enfoque son múltiples. Al favorecer una mayor comprensión de los temas, los estudiantes logran aprendizajes más duraderos y útiles para su desarrollo personal y profesional. Además, el trabajo en equipo y el desarrollo de habilidades sociales se ven fortalecidos, preparando a las y los estudiantes para enfrentarse a los desafíos de una sociedad en constante cambio. Asimismo, el currículum integrado fomenta la creatividad, la resolución de problemas y una educación conectada con el entorno, promoviendo un aprendizaje más dinámico y pertinente.

Sin embargo, para que este modelo educativo sea efectivo, es imprescindible reconocer la importancia del conocimiento, la experiencia y la capacidad del personal docente. La aplicación de un currículum integrado no es improvisada, sino el resultado de estudios pedagógicos, capacitación continua y un profundo entendimiento de las necesidades de los estudiantes. La labor de los docentes no se limita a impartir información; su papel es el de diseñar, adaptar y aplicar estrategias que realmente impacten en el aprendizaje y formación de los alumnos.

En este sentido, es fundamental que la sociedad valore y reconozca el esfuerzo y la preparación que implica la labor educativa. La enseñanza no es una actividad mecánica ni improvisada, sino un ejercicio profesional que demanda actualización constante y un compromiso genuino con el desarrollo de las nuevas generaciones. La implementación de enfoques innovadores, como el currículum integrado, es una muestra del trabajo que día a día realizan los docentes para ofrecer una educación de calidad, centrada en el aprendizaje significativo y en la formación integral de cada estudiante.

Reflexionar sobre estos aspectos permite comprender que la educación va más allá de los muros del aula. Requiere una visión amplia, estrategias bien fundamentadas y, sobre todo, un reconocimiento del valor de la labor docente. Apostar por modelos pedagógicos como el currículum integrado no solo beneficia a los estudiantes, sino a toda la sociedad, ya que contribuye a la formación de ciudadanos críticos, autónomos y preparados para afrontar los retos del mundo actual. Porque la educación es el camino…

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann.

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La reflexión sobre la práctica

“El aprendizaje profesional auténtico exige una práctica reflexiva constante, no la mera acumulación de conocimientos.”Donald Schön

Lo que ocurre dentro de las instituciones educativas suele permanecer velado para una gran parte de la sociedad. A menudo se desconoce que, detrás del aprendizaje de cada niña, niño o adolescente, existe una profunda red de estrategias, decisiones, análisis y procesos que tienen como fin último garantizar no sólo el acceso al conocimiento, sino la construcción integral del ser humano.

Uno de los pilares menos visibilizados, pero de mayor impacto, es el ejercicio constante de reflexión profesional que realiza el personal docente. Esta práctica, más allá de ser una acción espontánea o superficial, constituye un proceso metacognitivo riguroso mediante el cual el personal educativo analiza críticamente su quehacer diario. Se revisan las estrategias aplicadas, los resultados obtenidos, las emociones involucradas y, sobre todo, las necesidades reales del alumnado. Reflexionar sobre la práctica no es un acto de evaluación individual, sino una acción colectiva que busca ajustar el rumbo, mejorar las decisiones pedagógicas y responder con pertinencia a los contextos específicos en los que cada escuela se encuentra.

Pero, ¿por qué este tipo de procesos suele permanecer en la sombra del imaginario social? Quizás porque el trabajo docente ha sido históricamente simplificado, limitado a la imagen de quien “explica” frente al grupo. Esta visión reduccionista omite la enorme carga intelectual, emocional y estratégica que implica dirigir una escuela, acompañar un proceso de aprendizaje o generar entornos protectores y equitativos para cada estudiante. Hoy, más que nunca, es urgente poner en el centro de la conversación el papel esencial que desempeñan las y los profesionales de la educación, no sólo como transmisores de saber, sino como artesanos del pensamiento, del vínculo humano y de la transformación social.

En este sentido, la transformación educativa que se vive actualmente en México propone un cambio de paradigma que replantea la forma en que concebimos el aprendizaje. Esta visión se sustenta en valores como la justicia social, la equidad, la inclusión, la paz y el respeto a la dignidad humana. Bajo este enfoque, se hace evidente que la experiencia, el conocimiento y la formación del personal escolar no son solo elementos decorativos en la estructura educativa, sino componentes esenciales que permiten entender, adaptar y aplicar con eficacia las herramientas pedagógicas que responden a las necesidades actuales.

Conocer dichas herramientas, interpretarlas en función del contexto, y sobre todo, saber cuándo y cómo utilizarlas, es una habilidad que se construye con años de estudio, de práctica reflexiva y de compromiso ético con la infancia y la juventud. No se trata de aplicar modas educativas, sino de leer el entorno, identificar las barreras para el aprendizaje y construir estrategias que respondan de manera concreta y sensible a cada realidad escolar. La profesionalización del magisterio no es una opción, es una exigencia ética ante el reto de formar generaciones que no sólo aprendan a resolver problemas, sino a vivir con dignidad, a pensar críticamente y a transformar su mundo.

En esta tarea, cada docente actúa como un investigador de su propia práctica que dialoga con sus pares, como un generador de cultura escolar. Esta dimensión del trabajo educativo requiere ser reconocida, respaldada y valorada por la sociedad en su conjunto. Porque cuando hablamos de mejora de la educación, no hablamos solo de infraestructura o de tecnologías, hablamos de la capacidad humana de observar, cuestionar, ajustar y evolucionar en favor de quienes más lo necesitan: nuestras niñas, niños y adolescentes.

Por ello, es momento de que como sociedad asumamos una mirada más amplia y respetuosa hacia el quehacer educativo. No podemos permitirnos desconocer que en cada escuela se libra una batalla cotidiana contra la indiferencia, las redes, los medios, el rezago, la violencia y la desigualdad, y que quienes lideran esas luchas son profesionales que merecen todo el reconocimiento. La educación no se improvisa: se construye con conocimiento profundo, con vocación lúcida y con una práctica sostenida por el pensamiento crítico y la colaboración. Porque la educación es el camino…

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann.

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El reto de la convivencia escolar

«Es en el hogar donde los niños deben aprender las mejores lecciones de la vida: amor, respeto, empatía y disciplina.» – Anónimo

El proceso de enseñanza y aprendizaje en los centros educativos va mucho más allá de la simple transmisión de conocimientos. En cada aula, se desarrollan dinámicas sociales que influyen en la formación académica, emocional y social de los estudiantes. Sin embargo, existen factores que pueden obstaculizar este proceso, como es el caso de las conductas disruptivas, las cuales generan un impacto no solo en quienes las protagonizan, sino también en sus compañeros y en el ambiente escolar en su totalidad.

Las conductas disruptivas pueden manifestarse de diversas maneras, desde la falta de interés y participación en las actividades escolares hasta problemas graves de disciplina que afectan el orden y la convivencia en el aula. Estas actitudes, cuando no se atienden de manera adecuada, crean un clima adverso que repercute en la calidad del aprendizaje y en la estabilidad emocional tanto del alumnado como del profesorado. No se trata únicamente de cuestiones de disciplina, sino de situaciones que reflejan realidades más profundas que requieren un abordaje integral.

Uno de los mayores desafíos que enfrenta el personal docente es equilibrar la enseñanza de contenidos curriculares con la gestión de la convivencia en el aula. Los maestros no solo imparten conocimientos, sino que también desempeñan un papel clave en la formación socioemocional de sus estudiantes. Para ello, cuentan con herramientas pedagógicas diseñadas para manejar este tipo de problemáticas de manera efectiva, buscando estrategias que promuevan el respeto, la responsabilidad y el sentido de comunidad dentro de la escuela.

Es importante destacar que la labor docente en estos casos no se limita a imponer normas o corregir comportamientos, sino que implica un conocimiento profundo del desarrollo infantil y adolescente, así como de metodologías que fomenten la motivación, la inclusión y el trabajo en equipo. A través de años de formación y experiencia, los docentes aprenden a identificar los factores que pueden estar generando las conductas inadecuadas y a intervenir de manera oportuna para prevenir su escalamiento.

Sin embargo, el trabajo del personal escolar no puede ni debe realizarse de manera aislada. Para que las estrategias educativas sean verdaderamente efectivas, es imprescindible la colaboración de las familias. La comunicación entre la escuela y el hogar es un elemento clave en la prevención y el manejo de conductas disruptivas. Cuando los padres y cuidadores están informados sobre lo que ocurre en el aula, pueden reforzar desde casa valores como la responsabilidad, la empatía y el respeto por los demás.

Es necesario que las familias comprendan que los llamados de atención por parte del personal docente no deben interpretarse como críticas o confrontaciones, sino como oportunidades para trabajar en conjunto en la formación de sus hijos. Muchas veces, los problemas de conducta en la escuela son reflejo de necesidades emocionales no resueltas, de dinámicas familiares complejas o de dificultades en el desarrollo personal del estudiante. En este sentido, el apoyo de los padres es fundamental para implementar estrategias que permitan abordar estas situaciones de manera integral.

Los centros educativos están comprometidos con la construcción de ambientes de aprendizaje positivos y seguros, pero este esfuerzo solo puede dar frutos si es respaldado por la sociedad en su conjunto. La convivencia escolar no es responsabilidad exclusiva del profesorado, sino un reto compartido que involucra a estudiantes, familias, autoridades y comunidad en general. Cuanto mayor sea la conciencia sobre la importancia de la educación emocional y disciplinaria, más posibilidades habrá de lograr un entorno donde todos los niños y adolescentes puedan desarrollarse en condiciones óptimas.

Por ello, es crucial que como sociedad valoremos el trabajo que se realiza en las escuelas, reconociendo el esfuerzo de los docentes por manejar situaciones complejas y brindando el apoyo necesario para fortalecer la educación desde casa. La educación no es solo un derecho, sino un compromiso colectivo. Apostar por la colaboración entre familias y docentes es apostar por un futuro donde la formación académica y humana de los estudiantes sea verdaderamente integral y transformadora. Porque la educación es el camino…

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann.

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Repensar la educación

«La imaginación es más importante que el conocimiento. El conocimiento es limitado, mientras que la imaginación abarca el mundo entero, estimula el progreso y da lugar a la evolución.» Albert Einstein, 1931

Releyendo el libro Einstein: su vida y su universo de Walter Isaacson, me encontré reflexionando profundamente sobre el propósito y la verdadera esencia de la educación en el mundo contemporáneo. La biografía de Albert Einstein no solo revela la genialidad de su pensamiento científico, sino que también nos invita a cuestionar los fundamentos sobre los cuales se construyen nuestros sistemas educativos actuales.

Einstein concebía la educación no como un proceso meramente mecanicista de acumulación de información o dominio de herramientas tecnológicas, sino como un ejercicio que debe priorizar la imaginación, la creatividad y el desarrollo de la individualidad. Para él, la «ventaja competitiva de una sociedad no vendrá de lo bien que se enseñe en sus escuelas la multiplicación o las tablas periódicas, sino de lo bien que se logre estimular la imaginación y la creatividad». Este planteamiento desafía la estructura tradicional de muchas instituciones educativas, que a menudo enfatizan la memorización y la repetición sobre el pensamiento crítico y la innovación.

Además, Einstein resaltaba la importancia del estudio de la historia y del análisis de las personalidades que han moldeado la humanidad, enfatizando la necesidad de fomentar la independencia de criterio y la capacidad de juicio. La educación, en su visión, no debía limitarse a la transmisión de conocimientos técnicos, sino que tenía que desempeñar un papel fundamental en la formación de ciudadanos críticos, autónomos y capaces de enfrentar los desafíos sociales y políticos de su tiempo.

Hoy, en una era caracterizada por la acelerada globalización y el dominio de la tecnología, la educación parece haber caído en la trampa de centrarse excesivamente en habilidades medibles y cuantificables. Se priorizan las competencias en matemáticas, programación y el uso de herramientas digitales por encima del desarrollo de la creatividad y la capacidad de interconectar ideas. Sin embargo, Einstein nos recuerda que la verdadera genialidad no radica en la mera reproducción de datos o procesos preestablecidos, sino en la posibilidad de imaginar nuevas realidades y perspectivas. Su famosa frase, «la imaginación es más importante que el conocimiento», resuena más que nunca: el conocimiento puede ser limitado, pero la imaginación abre un universo infinito de posibilidades.

En este sentido, la educación debe transformarse en un espacio que inspire a los estudiantes a cuestionar, explorar y experimentar con libertad. No basta con preparar individuos para un mercado laboral altamente competitivo; es imperativo formar seres humanos con una visión integral del mundo, con sensibilidad social y con la valentía de desafiar estructuras obsoletas. Como el propio Einstein señaló, «para castigarme por mi desprecio a la autoridad, el destino ha hecho que me convierta en autoridad yo mismo». Esta reflexión subraya la importancia de un modelo educativo que fomente el pensamiento independiente, la curiosidad intelectual y la capacidad de innovación, en lugar de limitarse a la obediencia de normas impuestas.

El despertar de la educación debe ser un llamado a replantear nuestras prácticas pedagógicas y a rescatar la esencia transformadora del aprendizaje. La educación del futuro no puede ser una simple extensión de los sistemas tradicionales; debe ser una revolución que coloque la creatividad y la libertad de pensamiento en el centro del proceso formativo. Solo así lograremos una sociedad en la que la innovación, la empatía y la inteligencia colectiva sean los verdaderos motores del desarrollo humano. Porque la educación es el futuro…

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann.

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8M… ¿Festejo o conmemoración?

«Existen dos maneras de enfrentar la injusticia: puedes aceptar las condiciones en las que vives o asumir la responsabilidad de cambiarlas.» – Gloria Steinem

El 8 de marzo no es un día de celebración, sino de conmemoración y lucha. A lo largo de la historia, las mujeres han tenido que pelear por derechos fundamentales que deberían haber sido reconocidos desde siempre. La equidad de género no ha sido un regalo, sino el resultado de innumerables esfuerzos colectivos, movilizaciones, sacrificios y vidas perdidas. La historia de esta fecha se remonta a principios del siglo XX, cuando mujeres de diferentes países alzaron la voz para exigir condiciones laborales justas, el derecho al voto y la participación en la vida pública en igualdad de condiciones. No se trata de un simple recordatorio, sino de una oportunidad para reflexionar sobre cuánto falta aún por avanzar.

Desde entonces, la lucha ha continuado, y aunque se han conseguido avances en algunos ámbitos, la desigualdad persiste. El acceso a la educación, la representación en cargos de liderazgo, la eliminación de la brecha salarial y la erradicación de la violencia de género siguen siendo temas urgentes. En muchos países, las mujeres aún tienen que justificar su presencia en espacios históricamente dominados por hombres y demostrar, una y otra vez, su valía. La discriminación y los prejuicios continúan siendo barreras estructurales que limitan su desarrollo. Es un error pensar que la lucha terminó con la obtención del voto o con la promulgación de leyes de igualdad; la realidad sigue demostrando que falta mucho por transformar.

La violencia contra las mujeres es una de las manifestaciones más brutales de esta desigualdad. No solo se trata de agresiones físicas o feminicidios, sino de toda una estructura de violencia sistémica, simbólica, económica y psicológica que se sostiene a través del machismo cotidiano. La falta de oportunidades, el acoso laboral, la objetivización en los medios de comunicación y la doble jornada de trabajo son formas de violencia que muchas veces pasan desapercibidas o se consideran «normales». Mientras existan mujeres que teman por su seguridad en el espacio público, en el transporte o en sus propios hogares, la lucha seguirá siendo necesaria.

Es indispensable cambiar la forma en que se percibe el 8 de marzo. No es un día para felicitar a las mujeres ni para regalar flores o chocolates. No es una festividad, sino una jornada de visibilización, resistencia y memoria. Convertirla en un evento comercial o en una simple formalidad es ignorar la historia y las razones por las que se estableció. Es fundamental que las empresas, instituciones y gobiernos no solo «reconozcan» la fecha con discursos vacíos, sino que asuman compromisos reales para garantizar la equidad en todos los niveles. La igualdad de género no puede ser solo un tema de conversación en marzo; debe ser una prioridad constante.

Las mujeres han estado en la base del desarrollo de la humanidad, muchas veces en silencio y sin reconocimiento. Han sido científicas, escritoras, líderes, educadoras y trabajadoras incansables que han construido la historia mientras el mundo les negaba su lugar. A pesar de ello, su presencia ha sido minimizada o borrada de los relatos oficiales, para ello solo un dato ¿Sabía Usted que uno de los restos humanos más antiguos de nuestro país el llamado «Hombre de Tepexpan» se trata de una mujer? La lucha feminista no busca privilegios ni superioridad, sino justicia. Es una batalla por el derecho a existir sin miedo, a desarrollarse plenamente y a vivir en un mundo donde ser mujer no implique desventajas o riesgos.

El 8 de marzo debe ser un recordatorio de que aún hay mucho por hacer. No es una fecha para la complacencia, sino para la acción. Para transformar la realidad se necesita más que discursos bienintencionados; se requieren políticas públicas efectivas, educación con perspectiva de género, sanciones reales para la violencia y la discriminación, y, sobre todo, un cambio cultural profundo. La igualdad no es un favor, es un derecho. Y mientras este no sea una realidad para todas, la conmemoración del 8 de marzo seguirá siendo una exigencia y un llamado a la acción. Porque la educación, es el camino…

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann.

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Conflicto. ¿Problema u oportunidad?

🔹 En la función directiva, saber manejar las diferencias y tensiones dentro de un equipo de trabajo no solo fortalece la labor del liderazgo, sino que también permite la mejora del clima escolar y de aprendizaje. Las dificultades no son el problema en sí mismo, sino la manera en que se abordan.

🔹 Un equipo donde se fomenta el diálogo y la escucha activa es un equipo que avanza. Cuando las personas que lideran los centros educativos logran transformar los desacuerdos en oportunidades de crecimiento, se construyen relaciones laborales más sanas, se fortalece la colaboración y, sobre todo, se generan ambientes propicios para el aprendizaje de niñas, niños y adolescentes.

📌 Como bien menciona Patrick Lencioni, lo que puede dañar un equipo no es el conflicto en sí, sino la incapacidad de encaminarlo hacia una solución que beneficie a todos.

✍🏼 ¿Cómo fomentas el trabajo colaborativo en tu equipo? ¡Te leo en los comentarios! ⬇️

La resolución de conflictos

«El conflicto no es necesariamente destructivo; bien manejado, puede ser una oportunidad para el cambio y el crecimiento.» Fisher, R., Ury, W., & Patton, B.

Al igual que en otras organizaciones, los centros educativos poseen características y condicionamientos que influyen en la dinámica de interacción humana. La diversidad de características, intereses y formación personal de sus integrantes puede dar lugar a situaciones y conflictos que demandan la audacia y experiencia del personal directivo para su adecuada resolución.

El trabajo directivo en las instituciones educativas enfrenta desafíos constantes que exigen competencias específicas para la gestión de conflictos, una tarea inherente al liderazgo escolar. Comprender las diversas respuestas que pueden surgir ante un conflicto no solo permite una gestión más efectiva, sino que también fomenta un clima organizacional favorable, esencial para el aprendizaje de las niñas, niños y adolescentes. En este sentido, analizar las actitudes que adoptamos frente a los conflictos resulta imprescindible para mejorar el desempeño directivo.

La evasión, la difusión y la confrontación son tres enfoques posibles frente a un conflicto, cada uno con sus implicaciones en el ambiente escolar. Aunque la evasión puede parecer una solución inmediata, puede dejar problemas sin resolver, acumulando tensiones que eventualmente afecten el clima escolar. Por otro lado, la difusión puede servir como una estrategia para ganar tiempo y analizar la situación con mayor claridad, pero si no se traduce en una resolución concreta, corre el riesgo de perpetuar la incertidumbre. Por otra parte, la confrontación, cuando es abordada de manera no violenta, permite afrontar directamente el problema, abriendo espacios para el diálogo y la búsqueda de soluciones conjuntas.

Para las y los directores escolares, desarrollar la habilidad de abordar los conflictos de forma no violenta no solo es un indicador de madurez profesional, sino también una herramienta clave para modelar comportamientos positivos entre estudiantes y docentes. La capacidad de escuchar activamente, discutir sentimientos y puntos de vista, así como encontrar acuerdos sin recurrir a ataques personales crea un entorno donde el respeto mutuo y la empatía prevalecen. Esto no solo mejora las relaciones interpersonales dentro de la institución, sino que también establece un precedente importante para sus estudiantes, quienes aprenden habilidades sociales cruciales al observar cómo se resuelven los conflictos en su entorno.

La labor directiva no se limita a la administración de recursos materiales o a la supervisión de procesos académicos. Incluye, de manera esencial, la gestión de las relaciones humanas dentro de la comunidad educativa. Reconocer el impacto que las estrategias de resolución de conflictos tienen en el aprendizaje de sus estudiantes transforma el liderazgo escolar en una función integradora. El personal encargado de la dirección que fomenta un ambiente positivo y constructivo promueve indirectamente mejores condiciones para la enseñanza y el aprendizaje, favoreciendo el desarrollo integral de sus estudiantes.

Así, el conocimiento y manejo adecuado de los conflictos se convierte en un puente hacia la mejora de los aprendizajes de niñas, niños y adolescentes. Esto, que constituye el núcleo de la función escolar, requiere que las y los directores cultiven competencias que les permitan actuar como mediadores efectivos. Así, el liderazgo directivo no solo cumple con sus responsabilidades inmediatas, sino que también fortalece las bases de una comunidad educativa más resiliente, comprometida y orientada hacia el desarrollo pleno de todos sus miembros. Porque la educación es el camino…

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann.

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🔍📢 📚 Docentes y la desconexión digital: Un derecho que debemos respetar 📵

En la era digital, la comunicación entre padres, docentes y autoridades educativas se ha vuelto más accesible, pero ¿realmente sabemos cuándo y cómo establecer límites? 🤔

Tras la pandemia, muchos maestros y directivos han visto cómo su jornada laboral se extiende indefinidamente 📲💬. Mensajes en WhatsApp a cualquier hora, solicitudes urgentes en fines de semana o incluso en vacaciones, han creado la falsa idea de que deben estar disponibles 24/7. Sin embargo, la educación tiene horarios, y los docentes también tienen derecho al descanso, a la privacidad y a la desconexión digital.

📌 ¿Sabías que la legislación laboral protege a las y a los trabajadores de la educación de este tipo de exigencias? No pueden ser obligados a utilizar su celular personal para atender asuntos laborales fuera de su jornada, ni tampoco a responder de inmediato a cualquier mensaje fuera de horario.

🙌 Respetemos su tiempo y su esfuerzo. La educación es una profesión de vocación, pero eso no significa que deban trabajar sin descanso. Establecer horarios de comunicación claros, utilizar canales institucionales y fomentar el respeto hacia la desconexión digital beneficia a toda la comunidad educativa.

📢 ¡Hagamos conciencia! Si eres madre, padre, autoridad educativa o miembro de la comunidad escolar, recuerda que detrás de cada mensaje hay un maestro que merece su espacio. El equilibrio entre la vida laboral y personal es clave para una mejor educación.

📣 Comparte este mensaje para apoyar a nuestros docentes y directivos. ¡Respetemos su derecho a desconectarse!🙌💙✏️ #Docentes #RespetoLaboral #DesconexiónDigital #EducaciónConLímites

La construcción del clima escolar influye directamente en el aprendizaje

Para quienes desempeñan la función directiva en los centros educativos, comprender esta idea es clave. Promover un entorno donde los docentes puedan reflexionar y decidir sobre su labor no solo favorece el trabajo en equipo, sino que también contribuye a la mejora del clima escolar, el fortalecimiento del trabajo directivo y la construcción de relaciones laborales más sólidas. Todo esto, en última instancia, impacta de manera positiva en la mejora del ambiente de aprendizaje de las niñas, niños y adolescentes.

Facilitar espacios de diálogo, confianza y profesionalización docente es una tarea fundamental para la mejora del clima de aprendizaje. ¡Construyamos juntos comunidades escolares más enriquecedoras y comprometidas con el desarrollo de sus estudiantes!

📢 El aprendizaje es un proceso social 📢

Quienes desempeñan la función directiva en los centros escolares tienen una gran responsabilidad en la construcción de un entorno donde el aprendizaje se potencie a través de la interacción y el uso de herramientas adecuadas. Como bien señala Lev Vygotsky, el aprendizaje ocurre en un contexto social y se fortalece cuando hay colaboración y apoyo mutuo.

💡 Un equipo bien coordinado, con relaciones laborales positivas y un clima escolar armonioso, favorece el desarrollo integral de niñas, niños y adolescentes. Cuando la dirección escolar impulsa espacios de comunicación efectiva y fomenta la participación activa de todos los actores educativos, se generan ambientes de aprendizaje más enriquecedores.

🔎 Reflexionemos sobre la importancia del trabajo conjunto: el fortalecimiento del trabajo directivo y la mejora del clima escolar no solo benefician a docentes y personal educativo, sino que impactan directamente en el bienestar y el éxito de las y los estudiantes.

✨ Construyamos comunidades de aprendizaje donde cada interacción sume al crecimiento de todos. ✨

El codiseño y la integración curricular

El Codiseño es un proceso permanente de formación y apropiación del currículo para «atender el carácter regional, local, contextual y situacional del proceso de enseñanza y aprendizaje». Plan de estudios 2022

El trabajo que se realiza en los centros educativos es una labor constante de análisis, planificación y aplicación de estrategias que buscan mejorar el aprendizaje de niñas, niños y/o adolescentes. Sin embargo, muchas veces este esfuerzo pasa desapercibido para la sociedad en general, que desconoce los múltiples procesos y herramientas pedagógicas que las y los docentes emplean día a día para asegurar una mejor educación. En este marco, lo que se ha denominado como la Nueva Escuela Mexicana ha traído consigo cambios significativos en la manera en que se diseñan y organizan los planes de estudio, dando especial énfasis a conceptos como el Codiseño y la Integración Curricular.

El Codiseño es un proceso dinámico mediante el cual el personal docente participa activamente en la construcción y ajuste del currículo escolar. Ya no se trata únicamente de seguir un plan preestablecido, sino de adaptar los contenidos educativos a las necesidades específicas de cada grupo y contexto. Esta transformación no es sencilla ni automática, pues requiere de un profundo conocimiento pedagógico, de habilidades de análisis y de la capacidad de articular propuestas que realmente respondan a los retos actuales de la enseñanza. Gracias a su formación y experiencia, el personal docente puede identificar qué metodologías, recursos y estrategias funcionan mejor para cada comunidad escolar, permitiendo una enseñanza más significativa.

Por otro lado, la Integración Curricular es un elemento clave en este nuevo modelo educativo. No se trata de enseñar los contenidos de manera aislada, sino de encontrar conexiones entre las distintas áreas del conocimiento para ofrecer a sus estudiantes una visión más global y aplicable del aprendizaje. Esto implica un cambio en la manera en que se organizan las clases, promoviendo una educación menos fragmentada y más enfocada en la resolución de problemas reales.

En la práctica, estos cambios representan un reto, ya que los maestros y maestras deben ejercer un rol más activo en la construcción del currículo y en la planificación de actividades que fomenten la integración de conocimientos. No se trata únicamente de transmitir información, sino de transformar la forma en que sus estudiantes comprenden y aplican lo aprendido en su vida diaria.

Además, este enfoque también demanda una mayor colaboración entre docentes, ya que el Codiseño y la Integración Curricular requieren un trabajo en equipo donde se compartan experiencias, estrategias y recursos. El diálogo entre colegas permite enriquecer la enseñanza y encontrar soluciones a los desafíos que se presentan en el aula. Por ello, los Consejos Técnicos Escolares están lejos de ser días de asueto y descanso, se están convirtiendo en espacios esenciales de reflexión y planeación, donde las y los docentes pueden analizar los avances y ajustar sus prácticas para mejorar continuamente.

Es importante que la sociedad valore el esfuerzo que el personal directivo y docente realiza para implementar estas estrategias, ya que su trabajo va más allá de impartir clases. Realizan múltiples actividades en casa como planear, revisar y preparar, actividades que no son retribuidas económicamente, por lo que es justo que se destinen estos espacios para el trabajo colaborativo. Su capacidad para tomar decisiones pedagógicas en función del contexto escolar es clave para lograr que cada estudiante desarrolle sus habilidades de manera integral.Hablar de educación no es solo referirse a libros de texto o exámenes, sino reconocer el compromiso y la dedicación de quienes están en las escuelas, construyendo día a día un sistema educativo más inclusivo y efectivo. La Nueva Escuela Mexicana ha propuesto un modelo en el que el personal docente tiene un papel central en la transformación del aprendizaje, y es gracias a su conocimiento y experiencia que estos cambios pueden materializarse. Apreciar y apoyar su labor es fundamental para garantizar que la educación siga evolucionando en beneficio de toda la sociedad. Porque la educación es el camino…

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann.

Doctor en Gerencia Pública y Política Social

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Sólo hacen bolitas y ensartan cuentas

«El desarrollo cognitivo de un niño se basa en una progresión de habilidades que deben ser fortalecidas a través de experiencias concretas. La maduración y el desarrollo físico son fundamentales antes de intentar enseñar habilidades abstractas como la escritura.» Jean Piaget

Resulta común para quien desconoce el ámbito de las organizaciones educativas, que les parezcan extrañas, por el desconocimiento, claro, aquellas acciones psicopedagógicas y didácticas que entrañan en sí múltiples procesos que se desarrollan acorde a la realidad del desarrollo psicológico, social, biológico y cultural de las niñas, niños y adolescentes de acuerdo con el contexto en el que se desenvuelven.

En la sociedad actual, existe una tendencia creciente a pensar que entre más temprano las niñas y los niños aprendan a leer y escribir, mejor será para su desarrollo. Sin embargo, en lo que respecta a la escritura, es fundamental comprender que este proceso va mucho más allá de aprender a trazar letras sobre un papel. 

El proceso para llegar a ello inicia mucho antes de que las niñas y los niños siquiera comprendan lo que significan las letras, se trata de un proceso cuidadosamente derivado de las acciones previas que promuevan su madurez, no solo de los trazos, sino de los aspectos que, acordes a su desarrollo, se lleven a cabo en su interior y esto es algo muy diferente en cada niña o niño, puesto que esto dependerá de múltiples factores vividos en sus antecedentes escolares, familiares e incluso hereditarios así como de hábitos y constructos previos. 

Así, la escritura implica una serie de habilidades motoras finas y una preparación física que, junto con la madurez mental, deben desarrollarse antes de que la niña o el niño esté realmente listo para enfrentar el aprendizaje formal de la escritura.

Ciertas actividades son cruciales para preparar las manos y los dedos de los pequeños, fortaleciendo los músculos necesarios y mejorando su coordinación motora. Actividades como moldear plastilina, rasgar papel, hacer bolitas, exprimir objetos, pegar y despegar materiales, doblar, enroscar y desenroscar, ensartar cuentas, y utilizar tijeras son ejercicios esenciales que ayudan al desarrollo de la motricidad fina. A través de estos ejercicios, las niñas y los niños adquieren destrezas que les permitirán en el futuro sostener un lápiz adecuadamente y hacer movimientos controlados con sus manos.

Estas actividades no son juegos sin sentido, sino prácticas fundamentadas en teorías del aprendizaje y desarrollo infantil que buscan construir una base sólida para la futura adquisición de habilidades académicas. La motricidad fina, la coordinación visomotora y la capacidad de controlar los movimientos pequeños son aspectos que requieren un tiempo y un esfuerzo para desarrollarse adecuadamente. Cuando estos procesos son respetados y trabajados a su ritmo, las niñas y los niños enfrentan el aprendizaje de la escritura con confianza y habilidad, en lugar de frustración.

Lamentablemente, en algunas escuelas, especialmente en el nivel preescolar, se observa una presión de las familias por adelantar estas habilidades sin respetar las etapas de desarrollo. A las niñas y a los niños se les exige que se desempeñen en actividades para las cuales aún no están preparados, lo que puede llevar a una experiencia de aprendizaje negativa y estresante. En lugar de presionarles con exigencias prematuras, es esencial que como sociedad promovamos y valoremos estas actividades previas, ya que están diseñadas para asegurar que las niñas y niños estén física y mentalmente en su momento óptimo para la escritura cuando llegue el momento adecuado. Confiemos en nuestras maestras y maestros. Porque la educación es el camino…

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann.

Doctor en Gerencia Pública y Política Social

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¿Uso de celulares en la escuela?

«La conexión constante a dispositivos digitales ha reducido la capacidad de los jóvenes para mantener conversaciones profundas y desarrollar habilidades de empatía.» Sherry Turkle

El uso de la tecnología en los espacios educativos ha sido motivo de debate en los últimos años. Con la creciente accesibilidad a dispositivos electrónicos, especialmente teléfonos móviles, se han planteado preguntas sobre su impacto en el aprendizaje de niñas, niños y adolescentes. Mientras algunos defienden su uso como una herramienta pedagógica valiosa, otros argumentan que puede ser una fuente de distracción que interfiere con la concentración y el rendimiento académico. En este contexto, ya son 79 países lo que han optado por implementar restricciones en el uso de estos dispositivos dentro de los centros educativos, basándose en estudios que sugieren que su ausencia mejora la capacidad de atención y el desempeño escolar.

Las ventajas de limitar el uso de la tecnología en el aula han quedado evidenciadas en diversas investigaciones. La eliminación de los teléfonos móviles en los espacios educativos ha demostrado ser efectiva para mejorar la concentración, reducir los niveles de ansiedad generados por las redes sociales y fortalecer la interacción entre estudiantes. La desconexión digital permite que el estudiantado se enfoque en las actividades de aprendizaje sin la constante tentación de revisar mensajes o navegar en internet. Además, se ha identificado una relación entre la restricción de estos dispositivos y la disminución del acoso escolar, ya que se reducen las oportunidades para la difusión de contenido perjudicial o el uso indebido de las plataformas digitales dentro del entorno escolar.

Por otro lado, la tecnología también ofrece beneficios significativos cuando se utiliza de manera controlada y con propósitos pedagógicos bien definidos. Los dispositivos electrónicos pueden ser herramientas útiles para el acceso a información en tiempo real, el desarrollo de habilidades digitales y la personalización del aprendizaje según las necesidades de cada estudiante. En este sentido, más que una prohibición absoluta, algunos especialistas sugieren que es fundamental educar a las niñas, niños y adolescentes en el uso responsable de la tecnología, asegurando que su integración en el aula responda a objetivos educativos claros y bien estructurados.

Sin embargo, una regulación dentro de los centros educativos no es suficiente por sí sola. La educación digital y el manejo adecuado de la tecnología deben ir acompañados de una guía y supervisión desde el hogar. La familia juega un papel crucial en la formación de hábitos responsables en el uso de dispositivos electrónicos, estableciendo límites claros y fomentando un equilibrio entre el tiempo de pantalla y otras actividades esenciales para el desarrollo, como el ejercicio, la lectura y la interacción social. No se trata solo de reducir la exposición a la tecnología, sino de enseñar a utilizarla de manera inteligente y productiva.

El desafío entonces no radica en decidir entre prohibir o permitir el uso de dispositivos electrónicos en las escuelas, sino en encontrar un punto de equilibrio que permita aprovechar sus ventajas sin que se conviertan en una barrera para el aprendizaje. La pregunta que surge es: ¿cómo pueden las instituciones educativas y las familias trabajar juntas para optimizar el uso de la tecnología, asegurando que cumpla su función como herramienta de aprendizaje sin comprometer la concentración y el bienestar de los estudiantes?. Porque la educación esa el camino…

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann.

Doctor en Gerencia Pública y Política Social

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manuelnavarrow@gmail.com