El poder de las palabras en la función directiva escolar

En el ámbito educativo, la forma en que una directora o un director comunica sus ideas, escucha a su comunidad y establece vínculos tiene un impacto directo en la construcción de confianza y en la mejora del clima escolar. No se trata únicamente de transmitir información, sino de generar un diálogo que motive, que despierte la participación y que fortalezca la cohesión del equipo docente y de toda la comunidad educativa. La palabra se convierte en un puente entre las personas, y cuando se usa con apertura y respeto, permite que las diferencias se transformen en oportunidades de aprendizaje compartido.

Un aspecto central en la función directiva es la manera en que se abordan las conversaciones iniciales con maestras, maestros, madres, padres y estudiantes. Hacerlo desde un enfoque de interés genuino en lo que viven y piensan los demás es clave para abrir la puerta a la colaboración. Al escuchar con atención lo que las personas expresan, sin juzgar ni anticipar respuestas, se crea un ambiente de confianza que permite profundizar en los verdaderos retos que enfrenta la escuela.

De la misma manera, la exploración de necesidades dentro del centro educativo requiere un lenguaje que no se limite a señalar problemas, sino que abra la posibilidad de imaginar soluciones conjuntas. Un directivo que pregunta de manera cercana y reflexiva cómo se visualiza el éxito escolar o qué aspectos necesitan fortalecerse en un periodo determinado, fomenta que cada integrante del equipo se sienta parte del rumbo que tomará la institución. Esa inclusión fortalece el sentido de pertenencia y motiva a todos a trabajar por un objetivo común.

El intercambio de ideas en el trabajo colegiado también cobra un papel relevante. Proponer espacios de diálogo donde cada voz sea valorada permite que las propuestas surjan de manera colectiva y que las decisiones se asuman como acuerdos construidos en comunidad. Esta forma de conducir las reuniones escolares contribuye a la mejora del clima de aprendizaje y genera una dinámica de respeto y reconocimiento entre pares.

Otro factor importante se da en los momentos de dar continuidad a los acuerdos. En lugar de imponer recordatorios que suenan como exigencias, es más enriquecedor plantear preguntas que ayuden a identificar cómo se puede avanzar o qué cambios son necesarios para atender prioridades. Esto no solo da lugar a la mejora en el trabajo colaborativo, sino que también impulsa la corresponsabilidad en cada miembro del equipo.

Las frases, las preguntas y los comentarios que una directora o un director utilizan en su día a día son más que simples expresiones. Son herramientas que fortalecen la confianza, elevan la motivación y ayudan a crear un ambiente en el que las maestras y maestros, al sentirse reconocidos y valorados, transmiten esa misma seguridad y entusiasmo al alumnado. Así, las niñas, niños y adolescentes aprenden en un entorno más sano, abierto y participativo, donde el clima escolar se convierte en un espacio propicio para el desarrollo integral.

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann

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