Secretos de comunicación y negociación aplicados a la función directiva en los centros escolares

Quien asume la función directiva en un centro escolar se enfrenta a múltiples escenarios en los que la comunicación, el diálogo y la negociación forman parte de la vida cotidiana. No se trata solamente de organizar tareas o dar indicaciones, sino de crear un ambiente donde la escucha, el entendimiento y la construcción conjunta se conviertan en herramientas que fortalezcan el trabajo colaborativo, el clima escolar y, en consecuencia, el clima de aprendizaje de las y los estudiantes.

En este sentido, una de las primeras habilidades necesarias es el manejo consciente de los silencios. Saber detenerse en el momento justo, después de expresar una idea central, permite que el otro reflexione, exprese sus preocupaciones o clarifique posturas. Esto evita respuestas precipitadas y genera confianza en el proceso de diálogo. Para quienes ejercen la dirección, dominar esta práctica resulta clave cuando se enfrentan a situaciones delicadas con docentes, estudiantes o padres de familia, ya que abre espacios de comprensión y muestra apertura.

Otro aspecto esencial es transformar las preguntas que podrían generar una reacción defensiva en preguntas abiertas que inviten a la reflexión y la colaboración. En lugar de cuestionar desde un tono acusatorio, resulta más valioso abrir el diálogo desde el “cómo” o el “qué”. Esta forma de plantear interrogantes ayuda a que el equipo se sienta parte de la solución, lo cual fortalece las relaciones laborales y el compromiso colectivo.

También es fundamental abordar los temores que puedan tener las y los involucrados en la vida escolar. Cuando la dirección reconoce y expresa de manera abierta esas inquietudes, demuestra empatía y valida las emociones de la comunidad. Esta acción crea un puente de confianza que contribuye a disminuir tensiones y mejora el ambiente de trabajo.

Una herramienta poderosa para mantener la comunicación activa es repetir las últimas palabras expresadas por el interlocutor, convirtiéndolas en una pregunta. Esta técnica promueve que la otra persona amplíe su explicación y permita conocer con mayor profundidad sus verdaderas prioridades. En la vida escolar, este recurso ayuda a que maestras, maestros y familias se sientan escuchados de manera auténtica.

Otro elemento de gran valor es plantear preguntas que conduzcan a respuestas negativas, ya que estas suelen dar una sensación de control y seguridad a la persona consultada. En un centro escolar, este recurso es útil para desactivar resistencias, generar confianza y abrir nuevas rutas de diálogo.

Asimismo, expresar de forma clara las preocupaciones del otro, para que este pueda decir “eso es correcto”, fortalece la relación y crea un sentido de entendimiento mutuo. Cuando la dirección logra este nivel de empatía, se sientan las bases para la mejora del clima escolar y para avanzar en acuerdos que benefician a toda la comunidad educativa.

Por último, en el diálogo directivo es conveniente anticiparse a los posibles cuestionamientos o críticas. Al exponer de manera abierta las objeciones más comunes, la dirección muestra transparencia y confianza, lo que evita que esos señalamientos se conviertan en obstáculos en el futuro. Esta estrategia genera credibilidad y fomenta la cohesión del equipo.

Todas estas prácticas, más allá de ser técnicas de negociación, son herramientas que fortalecen el trabajo de quienes ejercen la función directiva en los centros escolares. Contribuyen a la mejora continua de las relaciones, al fortalecimiento del trabajo en equipo y a la construcción de un entorno en el que se potencia el aprendizaje de niñas, niños y adolescentes.

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann

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