La importancia de cómo iniciar los mensajes en la función directiva

El inicio de un mensaje, ya sea en una reunión escolar, en una conversación con docentes o al dirigirse a las familias, puede marcar la diferencia entre captar la atención y despertar el interés, o generar apatía y desconexión. Quien asume la función directiva debe comprender que las palabras iniciales no son simples frases, sino el punto de entrada a un diálogo que busca abrir posibilidades, construir confianza y fortalecer la colaboración.

En el ámbito escolar, comenzar con expresiones demasiado generales o alejadas de la realidad cotidiana de quienes escuchan, suele provocar que el mensaje pierda fuerza. El profesorado, las madres, los padres y el propio alumnado necesitan sentir que lo que se comparte tiene sentido para su contexto inmediato y responde a inquietudes que ellos mismos viven día con día. Por esta razón, las y los directivos deben reflexionar antes de hablar, identificando cuáles son los temas que realmente interpelan a su comunidad y cómo pueden presentarlos desde el primer momento de manera clara, cercana y significativa.

Al mismo tiempo, iniciar con declaraciones centradas en uno mismo o en misiones abstractas, desvía la atención hacia el emisor en lugar de enfocarla en quienes escuchan. Una dirección escolar transformadora requiere reconocer que el protagonismo pertenece a la comunidad, y que el liderazgo se fortalece cuando las palabras nacen del reconocimiento de lo que las y los demás necesitan escuchar para avanzar.

Un aspecto valioso para iniciar los diálogos es reconocer las dificultades que viven las personas. Hablar desde el punto de dolor, desde aquello que genera preocupación, desánimo o bloqueo, permite que la audiencia se identifique de inmediato. El directivo que abre sus palabras diciendo que sabe que enseñar en grupos numerosos puede ser un reto, o que reconoce la incertidumbre que generan los cambios en las políticas educativas, establece un puente emocional con sus colegas. Este puente hace que lo que se diga después tenga un peso mayor, pues las y los docentes sienten que se les comprende.

De igual manera, prometer desde el inicio un camino de apoyo y acompañamiento, proyectando confianza en que se cuentan con herramientas para enfrentar retos, fortalece la disposición al trabajo colectivo. Quien dirige una escuela y promete mostrar formas concretas para mejorar el clima escolar o generar vínculos más sólidos con las familias, se convierte en un referente de esperanza y acción. Esto no significa crear expectativas irreales, sino presentar con convicción lo que se puede construir en conjunto.

Cuando los mensajes parten de un inicio claro, cercano, humano y comprometido, se logra no solo captar la atención, sino también movilizar voluntades. Así, la dirección escolar se convierte en un espacio donde la palabra es herramienta de transformación, donde cada inicio de discurso abre oportunidades para consolidar el trabajo en equipo, para favorecer la mejora del clima escolar y para fortalecer la construcción de relaciones laborales que impactan en el ambiente de aprendizaje de las niñas, niños y adolescentes.

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann

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