Dirigir una escuela no es únicamente coordinar procesos o tomar decisiones administrativas. Quien lidera una comunidad educativa pone el cuerpo, la mente y el corazón en su labor diaria. Por eso, resulta imprescindible reconocer que el bienestar personal de quien asume esta responsabilidad es la base para construir ambientes laborales más sanos, vínculos profesionales más empáticos y, sobre todo, espacios escolares donde las niñas, los niños y adolescentes encuentren verdaderas oportunidades para aprender y crecer.
Muchas veces se espera que las y los directivos estén siempre disponibles, resuelvan todo, contengan emociones ajenas, enfrenten lo inesperado y mantengan el equilibrio de la comunidad, sin mirar que también son personas con necesidades, límites y emociones propias. Cuidar al directivo no es un lujo, es una necesidad fundamental si queremos sostener proyectos educativos vivos y significativos. Cuando una dirección escolar se siente apoyada, cuidada y escuchada, puede brindar lo mismo a su equipo, y ese bienestar se proyecta en toda la escuela.
Stephen R. Covey (1989) lo expresó claramente: el bienestar del líder es el punto de partida para generar bienestar en la organización. Así como no se puede enseñar lo que no se vive, tampoco se puede cuidar a otros si no hay un cuidado propio como base.
Si deseas seguir reflexionando sobre cómo fortalecer el liderazgo desde una mirada más humana, accede al sitio: https://manuelnavarrow.com y suscríbete. Que tu camino directivo esté acompañado, también, de bienestar.
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