El conocimiento como herramienta de fortalecimiento directivo

Cuando una persona que ejerce la función directiva en un centro escolar se toma el tiempo para conocer las tareas que desempeña cada integrante de su equipo, abre la puerta a un ejercicio más justo, humano y significativo de su labor. No se trata únicamente de observar desde lejos, sino de comprender el rol que cada uno juega en la construcción del día a día escolar. Este conocimiento permite al directivo tomar decisiones con mayor criterio, acompañar con empatía y actuar con un sentido claro que fortalece el trabajo colectivo.

Al entender la labor de docentes, personal administrativo y de apoyo, se potencia la posibilidad de generar un ambiente de trabajo colaborativo más sólido, basado en la confianza y la valoración del otro. Esto impacta de manera directa en la mejora del clima escolar, en las relaciones laborales más saludables y, como consecuencia natural, en un entorno más propicio para el aprendizaje de niñas, niños y adolescentes.

Esta reflexión, inspirada en una idea planteada por Gairín (2012), es especialmente relevante hoy en día, cuando los desafíos escolares exigen liderazgos cercanos, sensibles y comprometidos con las personas, más allá de los indicadores. Quien dirige una escuela no solo coordina procesos; tiene en sus manos la posibilidad de sembrar relaciones humanas que florezcan en aprendizajes verdaderos.

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