Cincuenta años de historia viva

“La escuela pública no solo educa, también construye ciudadanía, cohesiona comunidades y da sentido a la vida colectiva.” Emilio Tenti Fanfani

Como millones en este país, soy producto de la escuela pública. En ella no solo aprendimos a leer y escribir, sino también a soñar, a respetar, a convivir y a construir comunidad. Recuerdo con claridad mis primeros años en la escuela primaria Ángel Castellanos, en la Colonia Rosario. Aquel trayecto diario, largo pero con afecto, era posible gracias a mi madrina, la Maestra Blanca Olivia García, quien además fue mi primera guía académica y emocional que hasta la fecha agradezco. 

Poco después, me inscribieron en la primaria Ángel Trías, en mi colonia, ubicada entonces en un edificio provisional frente a la Facultad de Derecho de la UACH sobre la Avenida Universidad. Hay sucesos que marcan nuestras vidas y son imborrables, ese fue uno de ellos. Todavía hoy puedo cerrar los ojos y revivir con nitidez ese día en que nuestras maestras nos formaron y, caminando nos condujeron hacia lo que sería nuestra “escuela nueva”. Ese breve pero emocionante recorrido de apenas seis cuadras fue suficiente para marcar un antes y un después. Aquel edificio, aún modesto, pero completamente nuevo, se convirtió en el escenario de una de las etapas más formativas y felices de mi vida.

Ahí, en esa escuela que luego adoptaría con orgullo el nombre del ilustre educador chihuahuense “Luis Urías Belderráin”, nos sentamos por primera vez en pupitres intactos, tocamos la superficie tersa de aquellos mesabancos binarios, olía el yeso fresco, barniz reciente y pizarrones nuevos. Todo olía a futuro. No éramos conscientes entonces, pero estábamos presenciando el nacimiento de una institución que, con el tiempo, transformaría la vida de miles de familias. Mis hermanos, amigos de la infancia, sus hijos y los míos… todos pasamos por esas aulas. 

Conservo el nombre de muchas maestras que sembraron vocación y conocimiento con enorme dignidad: Laura, Julieta, Mirna… y por supuesto, la directora de aquella época, la Maestra Ma. Elisa Yáñez, de carácter firme pero de trato noble, cuya huella es indeleble en la memoria de muchas generaciones. Recuerdo con especial emoción cómo, en sexto grado, bajo la guía de la Maestra de música Licha y su enorme acordeón, con nuestra escuela ganamos el concurso municipal y estatal de canto coral y ganamos el primer lugar en el certamen nacional como base de los “Niños Cantores de Chihuahua”.

Volví años después a esas mismas aulas como docente en formación, para realizar mis prácticas profesionales y valorar aún más a quienes han hecho de esta escuela un referente de calidad: maestras comprometidas, padres y madres de familia participativos, niñas y niños dispuestos a aprender, algunos incluso en medio de carencias. También volví como padre, y tuve el honor de ser representante de grupo con la Maestra Gaby, organizando enchiladas para la kermesse, y participando en las tareas de mantenimiento y apoyo.

Hoy, con motivo del cincuentenario de la Escuela Primaria “Luis Urías Belderráin” No. 2005, no solo conmemoramos un aniversario: celebramos una historia viva, un crisol de aprendizajes, valores y comunidad. Bajo la atinada conducción de su actual directora, la Maestra Alicia Hernández, la escuela sigue siendo una institución pública ejemplar, de alta demanda en la ciudad. Su legado se construye día a día, en silencio, en cada clase, en cada recreo, en cada esfuerzo compartido.

En México existen miles de escuelas como esta, que han sido pilares de desarrollo individual y colectivo. Son instituciones que, lejos del reflector mediático, sostienen el presente y construyen el porvenir. Por eso, celebrar 50 años de vida escolar no es un acto nostálgico, sino una afirmación de futuro. ¡Felicidades!. Porque la educación es el futuro…

Docente y Abogado.

Doctor en Gerencia Pública y Política Social

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manuelnavarrow@gmail.com

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