«El aprendizaje humano presupone una naturaleza social específica y un proceso mediante el cual los niños acceden al pensamiento y comportamiento de la cultura en la que nacen.» Lev Vygotsky
La educación es sinónimo de la formación de las nuevas generaciones, con ello, estaremos dando forma a lo que deseamos como sociedad para el mañana y, por tanto, resulta imprescindible, encontrar la manera de promover las mejores formas de pensmaineto no solo en el ámbito académico, sino aspectos mucho má simportantes como un pensamiento para una mejor convivencia y resolución de problemas en conjunto, con habilidades blandas que hoy tanto anhelamos. En ello, no solo se trata de que alguien se pare frente a un grupo y les haga un monólogo con todos los ocnocimientos, intencionalmente hay que trabajar para encontrar la forma en que se pueda generar esta situación.
Así, en el mundo educativo, una de las mayores responsabilidades de los centros escolares es preparar a las niñas, niños y adolescentes para enfrentar los retos de un entorno cada vez más dinámico y exigente. En este contexto, el aprendizaje no puede limitarse a la mera acumulación de información, sino que debe enfocarse en el desarrollo de distintas formas de pensamiento que fortalezcan habilidades esenciales para la vida, como la capacidad de resolver problemas, tomar decisiones fundamentadas y responder con creatividad a situaciones complejas.
El personal docente no solo transmite conocimientos, sino que actúa como arquitecto de habilidades fundamentales para la vida. El desarrollo de diversos tipos de pensamiento –como el reflexivo, crítico, creativo, lógico y práctico, entre otros– es el resultado de una labor pedagógica intencionada y minuciosa. Esto requiere de un profundo conocimiento por parte del personal educativo para identificar qué estrategias y herramientas utilizar en momentos específicos, atendiendo las necesidades individuales de cada estudiante.
Cada uno de estos enfoques de pensamiento tiene un propósito particular. Por ejemplo, el pensamiento analítico ayuda a descomponer problemas en sus componentes para entenderlos mejor, mientras que el pensamiento deliberativo permite evaluar opciones antes de actuar. Estas formas de pensamiento no surgen de manera espontánea; son el fruto del diseño pedagógico fundamentado en teorías y prácticas educativas que los docentes, con su experiencia y formación, implementan en el aula.
En un entorno escolar, el personal docente tienen la capacidad de ser verdaderos catalizadores del desarrollo personal, académico y social de sus estudiantes. Sin embargo, para lograr este objetivo, es crucial entender que se necesita de una profunda preparación por lo que e simportante reconocer que detrás de cada decisión pedagógica existe un marco de estudios, investigaciones y años de experiencia. Es esta preparación la que les permite promover en sus estudiantes no solo el aprendizaje académico, sino también habilidades para la vida que tendrán un impacto duradero.
Por lo tanto, como sociedad, debemos adoptar una visión más integral sobre el trabajo que se realiza en las escuelas. Es fundamental comprender que la labor educativa va mucho más allá de enseñar contenidos curriculares; implica también nutrir mentes capaces de analizar, crear, decidir y adaptarse al mundo real. Reconocer y apoyar este esfuerzo es clave para construir un futuro donde las niñas, niños y adolescentes estén equipados con las herramientas necesarias para superar los desafíos que enfrenten, convirtiéndose en ciudadanos plenos y responsables. Porque la educación, es el camino…
Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann.
Doctor en Gerencia Pública y Política Social