Docencia y niebla cerebral 

Contrario a lo que una cantidad importante de personas piensa, la docencia es una actividad que involucra, en el ejercicio de su desarrollo profesional, una muy importante cantidad de energía, tanto física como intelectual, de tal manera que, para poder desarrollar la actividad profesional den el ámbito profesional, requiere de estar en su máximo potencial, de lo contrario, se convierte en un lastre muy difícil de sobrellevar.

Expresiones como “solo se trata de cuidar niños”, “tienen muchas vacaciones”,  “cualquiera puede ser maestro”, denotan una perturbadora ignorancia para con el ejercicio de una profesión que es la base del resto de las profesiones, de la calidad de la educación y, con base en estudios y profundas investigaciones, en la construcción de la sólida y siempre perfectible sociedad a la que aspiramos.

Por ello, todo aquello que afecte de manera parcial o permanente la estabilidad física o mental del personal docente, repercute de manera muy importante en su desarrollo profesional y, por ende, en el aprendizaje de sus estudiantes, por lo que resulta muy preocupante aquello que sucede con los efectos posteriores al contagio del coronavirus que, de acuerdo con la Clínica Mayo, incluso los jóvenes o las personas sanas pueden sentirse mal durante varias semanas o meses luego de la infección. 

Recientes estudios publicados en el diario Brain apenas el pasado 5 de julio (https://www.sciencedaily.com/releases/2022/07/220705162206.htm) por parte de científicos de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos sugiere que la respuesta generada por la infección de coronavirus daña los vasos sanguíneos del cerebro y puede ser responsable de síntomas de COVID largo, lo que ocasionaría que algunas personas tengan efectos persistentes de la infección conocido como “niebla cerebral”, cuyos signos y síntomas comunes que perduran con el tiempo incluyen: fatiga, falta de aire o dificultad para respirar, tos, dolor articular, dolor en el pecho, problemas de memoria, de concentración o para dormir, dolor muscular o de cabeza, latidos rápidos o palpitaciones, pérdida del olfato o del gusto, depresión o ansiedad, fiebre, mareos al ponerte de pie o empeoramiento de los síntomas después de hacer ejercicio físico o mental, 

De acuerdo con datos oficiales del CONACyt México, prácticamente uno de cada dos adultos ha sido contagiado por el virus (52.59% hombres y 47.41% mujeres) con lo que se puede estimar que cerca de la mitad de las y los trabajadoras de la Educación han sido contagiados, que, de acuerdo con los datos del INEGI (1.7 millones), cerca de 850 mil docentes podrían estar en situación de presentar uno o varios de los problemas mencionados en el párrafo anterior, con implicaciones de leves a severas en su salud física o mental y por supuesto en el desarrollo de sus actividades para el aprendizaje con sus estudiantes.

No es un problema menor, se trata de una afectación que no ha sido estudiada a profundidad en sus efectos, sin embargo, es algo que requiere de comprensión, atención y definición de políticas públicas oportunas y eficaces para que dicha problemática no impacte a las ya de por sí múltiples afectaciones  por la llegada de la emergencia sanitaria a nuestra cada vez más sorprendente “nueva normalidad”.

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann

Doctor en Gerencia Pública y Política Social

manuelnavarrow@gmail.com

https://manuelnavarrow.com

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